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«Maestra de vida», maestra de la verdad

La Razón
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Este congreso, organizado por siete universidades españolas, quiere ser un homenaje a Santa Teresa dentro de la conmemoración del V centenario de su nacimiento y lo hacemos en Ávila, atalaya de Castilla y capital del teresianismo. En ella nacieron la vida y la obra de Teresa.

El congreso se articula en torno a 4 ejes temáticos sobre los que se impartirán conferencias magistrales y mesas de expertos, además de las comunicaciones libres. De gran relevancia será el acto académico en el que Santa Teresa de Jesús será investida doctora honoris causa por la Universidad Católica de Ávila.

Junto al V centenario del nacimiento de Santa Teresa, las Universidades Católicas, celebramos el 25 Aniversario de la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae, carta magna sobre las Universidades Católicas que nos regaló San Juan Pablo II. En esa carta se nos dice que la misión principal de la Universidad es la búsqueda de la verdad: descubrirla y comunicarla en todos los campos del conocimiento.

Pues bien, en Santa Teresa tenemos el modelo perfecto de buscadora de la verdad por excelencia; toda su vida se caracterizó por la necesidad de «andar en verdad». En sus escritos hace numerosas referencias al tema. A ella le interesa la verdad de su vida, la verdad de cuanto le pasa. Tiene necesidad de entender y entenderse y lo manifiesta en un inagotable afán por discernir la verdad y la autenticidad de sus gracias místicas; de ahí que acuda a los letrados para que le garanticen la verdad de sus experiencias espirituales. Consulta a expertos, ya que no quiere vivir en el engaño. No soportó lo que ella llamaba la «farsa de la vida». Tiene la convicción de que la sociedad no se rige por un código de verdad: «Está la vida toda llena de engaños y dobleces. No hay ya quien viva, viendo el gran engaño en que andamos».

Distingue en la conducta humana dos posturas radicalmente opuestas: andar en verdad y andar en mentira. Imposible conocer la verdad de uno mismo sino a luz de Dios: «Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo; mas llegada a Vos, subida en esta atalaya adonde se ven verdades, no os apartando de mí, todo lo podré».

Santa Teresa buscó la verdad, la contempló desde la atalaya de la oración, pero no se quedó en la mera contemplación. Llena de un gran realismo castellano, no separó pensamiento y acción. Participó junto a los hombres de su tiempo, de las vicisitudes religiosas y humanas de la vida. Padeció enfermedades, trabajos y contradicciones que soportó impávida, con una grande y «determinada determinación» de trabajar por la salvación de los hombres y por la Iglesia. No olvidemos que también encontró tiempo y fuerzas, entre sus preocupaciones y continuos trabajos, para escribir excelentes obras, miles de páginas que podrían ocupar toda la vida académica de una persona. Es la primera mujer doctora de la Iglesia, doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca en 1922 y en este año del V Centerario lo será por la Universidad Católica de Ávila.

*Rectora de la Universidad Católica de Ávila