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Roma

Monseñor Blázquez: «Colaboraré de forma sacrificada y fiel»

Ricardo Blázquez es creado hoy cardenal. «Es un signo de afecto por parte del Papa a nuestra Iglesia en España que los católicos sin duda agradecemos y sabremos corresponder», afirmó a LA RAZÓN

Monseñor Bázquez recibe el abrazo del Papa Francisco
Monseñor Bázquez recibe el abrazo del Papa Franciscolarazon

Los cardenales van saliendo solos, en parejas o en pequeños grupos por la puerta principal del Aula Pablo VI. Es de noche cuando terminan sus debates de la sesión vespertina del consistorio, dedicado a la reforma de la Curia romana. En la explanada que se abre frente al palacio del Santo Oficio, sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se agolpan los coches alquilados que llevarán a muchos de los purpurados a las residencias romanas donde se alojan. La mayor parte de los automóviles son de alta gama; entre ellos desentonaría el utilitario con el que Francisco se mueve por Roma. Un enjambre de secretarios, chóferes y periodistas esperan inquietos a los cardenales. Pasan entre ellos con paso decidido dos curiales charlando animadamente: Mauro Piacenza, penitenciero mayor, y Manuel Monteiro de Castro, antiguo nuncio apostólico en España. Poco después hacen su aparición los españoles. El primero que sale es Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla. Este franciscano de alto porte impone con el rojo del fajín y de los botones de su sotana. «Está yendo todo muy bien», comenta con una sonrisa. Pocos instantes después aparece Antonio Cañizares, quien ha vuelto a la que fue su casa por unos días, pues antes de ser nombrado arzobispo de Valencia, sirvió a la Iglesia universal durante casi seis años en Roma como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Al estar tocado por el solideo morado, que hoy cambiará por el rojo, se distingue fácilmente a Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la CEE. Saluda con una sonrisa y estrecha la mano tendida del periodista, pero cuando se le piden unas declaraciones, recuerda algo nervioso que su cita con la prensa es al día siguiente. Ante la insistencia, accede a ponerse durante unos instantes delante de una grabadora. «Hay que interpretar que el Santo Padre me vaya a crear cardenal como un signo de afecto, de esperanza y de apoyo a la Conferencia Episcopal Española, a nuestra Iglesia en España», dice. «Le he agradecido profundamente este signo de confianza y desde el principio quiero que se traduzca por parte mía en una colaboración sacrificada y fiel». Blázquez da muestras de cuán interiorizado tiene el respeto a la pluralidad de la sociedad española al no dar por sentado que su ingreso en el Colegio Cardenalicio vaya a ser motivo de alegría para todos. «Evidentemente en España vivimos muchos millones de personas. Creo que es un signo de afecto por parte del Papa que los católicos sin duda agradecemos y sabremos corresponder». Antes de que se zafe del cronista, confiesa que ha mantenido un breve saludo con Francisco. ¿De qué hablaron? «En un saludo no da tiempo a muchas cosas», responde con una sonrisa. Finalmente liberado («es verdad, es un atraco lo que usted me ha hecho», responde con humor), se sube al automóvil.