Papa
Ocho apóstoles para una Curia universal
Un mes después de su elección como Papa, Francisco pasó ayer de los gestos y de las palabras a las decisiones. El Pontífice volvió a sorprender al anunciar el nombramiento de su gabinete, formado por ocho cardenales provenientes de los cinco continentes, que le ayudarán en el gobierno de la Iglesia universal.
Un mes después de su elección como Papa, Francisco pasó ayer de los gestos y de las palabras a las decisiones. El Pontífice volvió a sorprender al anunciar el nombramiento de su gabinete, formado por ocho cardenales provenientes de los cinco continentes, que le ayudarán en el gobierno de la Iglesia universal y en la reforma de la Curia vaticana. Con esta decisión el obispo de Roma se hace eco de una de las principales peticiones que hicieron los purpurados durante las congregaciones generales, las reuniones previas al cónclave.
Entre los ocho elegidos no hay ningún español, pero nuestra lengua está representada por dos latinoamericanos: Francisco Javier Errázuriz Ossa, arzobispo emérito de Santiago de Chile, y Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), quien desempeñará las funciones de coordinador del grupo. Como prueba de la universalidad de la Iglesia, el Papa ha querido que sólo hubiese dos europeos. Se trata del italiano Giuseppe Bertello, presidente del gobernatorado del Estado de la Ciudad del Vaticano y único miembro de la Curia romana elegido, y del alemán Reinhard Marx, arzobispo de Múnich. En representación de Norteamérica, Francisco ha elegido a uno de los pastores más respetados de esta zona del mundo, el capuchino estadounidense Séan O'Malley, arzobispo de Boston, quien sonó como papable en el último cónclave. El otro miembro del grupo de habla inglesa es el australiano George Pell, arzobispo de Sydney y responsable de la organización de la Jornada Mundial de la Juventud en 2008. Asia está representada por el indio Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, ya recuperado de sus graves problemas de salud, y África, por el congoleño Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, quien también estuvo en las quinielas de cardenales con posibilidades de suceder a Benedicto XVI.
El trabajo del nuevo gabinete de asesores del Papa no comenzará de inmediato: habrá que esperar hasta octubre para que se reúnan por primera vez. Lo harán del 1 al 3 de ese mes. Los purpurados, sin embargo, están ya en contacto continuo con el Pontífice, quien les llama por teléfono para intercambiar impresiones y recibir consejos. El grupo cuenta además con un secretario, el italiano Marcello Semeraro, obispo de Albano, a cuya diócesis pertenece Castel Gandolfo, donde reside todavía Benedicto XVI. Semeraro no vive en Roma pero está cerca de ella y, al parecer, tiene una buena relación con Francisco.
La decisión del Papa es rompedora y pone la primera piedra para la renovación de la Iglesia católica que se avecina. Durante las congregaciones generales, los cardenales pidieron que el gobierno de la comunidad cristiana se realizara con más colegialidad, una cualidad bien visible en el nuevo grupo de consejeros de Francisco. También solicitaron los purpurados en aquellas reuniones de principios de marzo que las Iglesias locales estuvieran más representadas en Roma y que la Curia romana interpretara mejor las necesidades del mundo de hoy.
Para responder a ello, los miembros del gabinete deberán estudiar un proyecto de revisión de la constitución apostólica «Pastor Bonus». Este texto, aprobado por Juan Pablo II en 1988, explica cómo debe organizarse la Curia romana y modifica la primera modernización que se hizo en los dicasterios vaticanos, realizada por Pablo VI en 1967 con la constitución apostólica «Regimini Ecclesiae Universae».
La creación de este grupo de cardenales para aconsejar al Papa y ayudarle a mejorar el funcionamiento del Vaticano ha hecho que algunos comentaristas consideran que se va a producir un redimensionamiento de la Secretaría de Estado. El portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, aseguró sin embargo que el gabinete tendrá unas funciones «consultivas y no decisionales». Los ocho cardenales ayudarán y aconsejarán al Papa y su labor no interferirá en el funcionamiento de la Curia romana, señaló Lombardi, quien recordó que sobre ésta recae el gobierno diario de la Iglesia universal.
No hay, por tanto, que considerar que se están reduciendo las competencias de la Curia o que se la está poniendo en un «segundo plano». «Sigue desarrollando sus competencias plenamente», subrayó el portavoz vaticano. Como muestra del afecto de Francisco a esta labor, destacó que el viernes el Papa visitó la Secretaría de Estado y agradeció en su mensaje el «trabajo impagable» que hacen sus miembros. Los saludó uno a uno, lo que le llevó casi una hora, pues son alrededor de 300.
Lombardi dijo que no se ha querido encuadrar a los ocho cardenales en una «comisión» o entidad similar, sino que se les ha reunido en un «grupo». «Se conserva una denominación bastante abierta que manifiesta una posibilidad de consejo que el Papa busca por parte de representantes autorizados de episcopado a nivel universal», declaró el sacerdote jesuita en una intervención en Radio Vaticana. En su opinión, no hay que sorprenderse de que sólo haya un miembro de la Curia en el grupo, pues tanto la Secretaria de Estado como los dirigentes de los otros dicasterios vaticanos «ya están en Roma» y el Papa cuenta con su consejo y apoyo de continuo.
En los próximos meses, Francisco se reunirá con diversos protagonistas de la Iglesia universal para conocer mejor cómo es la situación de la comunidad cristiana en los distintos países y llegar así a octubre, cuando se reunirá por primera vez con su gabinete, con mayor información para preparar la reforma.
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