Santoral
¿Qué santo se celebra hoy, 22 de junio? Esto es lo que debes saber del santoral de la Iglesia Católica
Hoy los cristianos recuerdan la vida de Santo Tomás Moro y de San Eusebio de Samosata
Hoy, sábado 22 de junio , el santoral de la Iglesia Católica conmemora a varios beatos y santos que han formado parte de la historia del cristianismo. Además de ser una forma de honrar a los santos y beatificados, también sirve como una guía para los católicos, que pueden encontrar inspiración en las vidas y obras de estos santos. Hoy celebramos a varios santos, los más destacados son:
Santos que se celebran hoy sábado 22 de junio
- Santo Tomás Moro
- San Albano de Verulamio
- Santa Consorcia vírgen
- San Eusebio de Samosata
- San Flavio Clemente
- San Juan Fisher
- San Nicetas de Remesiana
- San Paulino de Nola
- Beato Inocencio V papa
Santo Tomás Moro: un hombre íntegro que defendió sus principios hasta el final
En la historia de Inglaterra, la figura de Santo Tomás Moro brilla con luz propia como un ejemplo de integridad, valentía y fidelidad a sus principios. Abogado, escritor, político y hombre de familia, Moro se enfrentó a un dilema moral de gran trascendencia durante el reinado de Enrique VIII, defendiendo su fe católica y su lealtad a la ley por encima de su propia vida.
Primeros años y formación intelectual
Nacido en Londres en 1478, Tomás Moro recibió una educación esmerada, estudiando derecho en la prestigiosa Universidad de Oxford. Su inteligencia y capacidad jurídica lo llevaron a ocupar cargos importantes en la administración pública, donde se destacó por su honestidad, eficiencia y compromiso con la justicia.
Matrimonio y familia
En 1501, Tomás Moro contrajo matrimonio con Alice Barlow, con quien tuvo cuatro hijos. Su hogar era un espacio de amor, fe y educación, donde se inculcaban valores como la honestidad, la responsabilidad y el respeto al prójimo.
Un hombre de fe y principios
Tomás Moro era un hombre profundamente religioso y comprometido con su fe católica. Su vida giraba en torno a la oración, la lectura de la Biblia y la participación activa en la vida de la Iglesia. Además, era un defensor acérrimo de la justicia social y de la dignidad humana.
Enfrentamiento con el rey Enrique VIII
En 1531, el rey Enrique VIII inició un proceso para anular su matrimonio con Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena. Para lograr su objetivo, el rey buscó el apoyo de la Iglesia Católica, pero el papa Clemente VII se negó a conceder la anulación. Ante esta situación, Enrique VIII decidió romper con la Iglesia de Roma y establecer su propia iglesia, la Iglesia de Inglaterra, proclamándose a sí mismo como jefe supremo.
Tomás Moro y el acto de supremacía
En 1534, el Parlamento inglés aprobó el Acta de Supremacía, que declaraba al rey Enrique VIII como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra y obligaba a todos los súbditos a prestar juramento de lealtad al rey como jefe espiritual. Tomás Moro, fiel a su fe católica y a su conciencia, se negó a prestar juramento, considerando que el rey no tenía autoridad sobre la Iglesia.
Prisión, juicio y martirio
La negativa de Tomás Moro a jurar lealtad al rey lo llevó a ser encarcelado en la Torre de Londres. Durante su cautiverio, Moro se dedicó a la oración, la escritura y la defensa de sus principios. A pesar de las presiones y ofertas de clemencia, Moro se mantuvo firme en su decisión.
En 1535, fue juzgado por traición y condenado a muerte. El 6 de julio de ese mismo año, Tomás Moro fue decapitado en el Tower Hill de Londres. Sus últimas palabras fueron: "Muero por el Rey, pero también por Dios".
San Eusebio de Samosata: un faro de fe y valentía en tiempos de persecución
En la historia de la Iglesia primitiva, la figura de San Eusebio de Samosata brilla con luz propia como un ejemplo de fe inquebrantable, valentía y compromiso con la verdad. Obispo de Samosata durante una época de intensas persecuciones a los cristianos, Eusebio se erigió como un defensor acérrimo de la ortodoxia cristiana y un faro de esperanza para su comunidad.
Primeros años y formación religiosa
Poco se sabe sobre los primeros años de vida de San Eusebio de Samosata. Se estima que nació a finales del siglo III o principios del IV en la ciudad de Samosata, ubicada en la actual Turquía. Desde pequeño, recibió una educación cristiana sólida y se destacó por su inteligencia y piedad.
Obispo en tiempos difíciles
Alrededor del año 341, Eusebio fue consagrado obispo de Samosata. Su episcopado coincidió con una época de intensas persecuciones a los cristianos bajo el gobierno del emperador romano Constancio II. Eusebio, sin embargo, no se amedrentó ante las amenazas y se dedicó con fervor a defender la fe de su comunidad.
Un defensor de la ortodoxia
En un contexto donde la herejía arriana ganaba terreno, Eusebio se erigió como un firme defensor de la ortodoxia cristiana. Luchó incansablemente contra las falsas doctrinas y defendió la fe en la consustancialidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tal como se había establecido en el Concilio de Nicea en el año 325.
Enfrentamiento con las autoridades
La defensa de la ortodoxia por parte de Eusebio lo puso en contra de las autoridades civiles y religiosas de la época. El emperador Constancio II, simpatizante del arrianismo, intentó silenciarlo y presionarlo para que adoptara la doctrina herética. Sin embargo, Eusebio se mantuvo firme en sus convicciones y se negó a ceder ante las presiones.
Exilio y regreso
Ante la negativa de Eusebio a renunciar a su fe, el emperador lo desterró a Tracia, una región del Imperio Romano ubicada en la actual Bulgaria. Allí, Eusebio continuó predicando el Evangelio y defendiendo la ortodoxia, convirtiéndose en un símbolo de resistencia para los cristianos perseguidos.
Un regreso triunfal
Tras la muerte del emperador Constancio II en el año 361, Eusebio pudo regresar a su diócesis de Samosata. Su regreso fue recibido con gran alegría por su comunidad, que lo vio como un héroe de la fe.
Un legado imperecedero
San Eusebio de Samosata falleció en el año 379, dejando un legado de fe inquebrantable, valentía y compromiso con la verdad. Su defensa de la ortodoxia cristiana durante tiempos de persecución lo convirtió en un referente para la Iglesia primitiva y un ejemplo a seguir para cristianos de todas las épocas.
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