Ciudad del Vaticano
Silencio en San Pedro por Lampedusa
Apenas fue un minuto. Pero estremeció a todos cuantos estaban congregados ayer por la mañana en la plaza de San Pedro. Después del «¡Es una vergüenza!» que Francisco lanzó tras conocer la tragedia de Lampedusa y que dio la vuelta al mundo, quiso tener a las víctimas presentes también durante el rezo del Ángelus. «Recemos todos en silencio por estos hermanos y hermanas nuestros, mujeres, hombres y niños. Dejemos llorar a nuestro corazón, recemos en silencio», explicó el Santo Padre, que también tuvo un recuerdo para la histórica visita que protagonizó el viernes en Asís. «Piensen que era la primera vez que iba y fue un gran don hacer esta peregrinación», señaló, haciendo hincapié en la «cálida acogida» del pueblo.
A partir de aquí, el Papa reflexionó sobre el «Auméntanos la fe» que los apóstoles exclamaron en el Evangelio de ayer y la parábola del grano de mostaza.
«Sí, Señor, nuestra fe es pequeña, nuestra fe es débil, frágil, pero te la ofrecemos tal como es, para que Tú la hagas crecer», explicó, para acto seguido invitar a quienes se reunían con él en la plaza a repetir este ruego. «Todos conocemos a personas sencillas, humildes, pero con una fe fortísima, ¡que verdaderamente mueven las montañas! Pensemos, por ejemplo, en tantas mamás y papás, que afrontan situaciones muy pesadas; o en ciertos enfermos, incluso gravísimos, que transmiten serenidad a quien los va a visitar», comentó el Obispo de Roma, que reclamó la necesidad de encontrar fuerzas en la oración: «Es la respiración de la fe: en una relación de confianza, de amor, no puede faltar el diálogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios».
Francisco concluyó su alocución destacando que octubre es el mes del Rosario: «¡El Rosario es una escuela de oración! ¡El Rosario es una escuela de fe!».
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