Cristianismo

Sínodo de la Amazonía: entre el celibato y las mujeres

El Gobierno de Brasil critica que es una «injerencia» y el sector conservador de la Iglesia advierte de las «herejías» que se pueden plantear: ordenar a hombres casados en esas zonas y otorgar más responsabilidades a las religiosas

El cardenal brasileño Claudio Hummes, relator general del Sínodo, ayer, en la presentación de la cita
El cardenal brasileño Claudio Hummes, relator general del Sínodo, ayer, en la presentación de la citalarazon

El Gobierno de Brasil critica que es una «injerencia» y el sector conservador de la Iglesia advierte de las «herejías» que se pueden plantear: ordenar a hombres casados en esas zonas y otorgar más responsabilidades a las religiosas

En enero del año pasado, poco después de aterrizar en Perú, el Papa se adentró en la selva amazónica y se rodeó de la población indígena. No había tenido tiempo todavía para visitar a las autoridades del país, pero entendió que era más importante transmitirle a toda esa gente su dolor por las heridas de una tierra «marginada». Para entonces ya había anunciado meses antes la convocatoria de una asamblea extraordinaria que se ocuparía de ellos, los habitantes de estas zonas, y de ella, «la madre Tierra». Este domingo y hasta el próximo 27 de octubre ese mensaje se transformará en realidad con la celebración del Sínodo para la Amazonia.

Serán tres semanas en las que los 185 padres sinodales, llegados en su mayoría de los países de la cuenca del Amazonas, se centrarán fundamentalmente en dos temas: la evangelización de estos pueblos y la importancia ecológica de una zona en la que se concentra casi la mitad de la fauna y la flora del planeta, y una quinta parte de las reservas de agua dulce de todo el mundo. El secretario general del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, recordó ayer en la rueda de Prensa de presentación de la cita que estas fueron las claves planteadas por Francisco. El Papa argentino ya ha dado sobradas muestras de su compromiso con el medio ambiente, como con la encíclica «Laudato si», en la que elabora un tratado sobre ecología, sociedad y economía. En política hoy se llamaría «green new deal», pero en el Vaticano prefieren el concepto de «economía integral». «No hay una crisis ecológica, climática y social, sino una sola crisis socioambiental. Por tanto, es necesaria una respuesta integral para acabar con la pobreza, devolver la dignidad a los excluidos y cuidar de la naturaleza. Todo está interconectado», concluyó ayer el cardenal brasileño Claudio Hummes, relator general del Sínodo y uno de los hombres más cercanos a Francisco.

Lo que está sobre la mesa es el modelo de sociedad abierta en el que se adentra la Iglesia de la mano del Papa y el de distintos gobiernos que se cierran sobre sí mismos. En este sentido, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, aseguró en las Naciones Unidas que ni el Amazonas está en peligro ni se trata de un problema global. Y en esta línea negacionista, un miembro de su gabinete calificó el Sínodo como «una interferencia en un asunto interno de Brasil que toca aspectos de la seguridad nacional». La asamblea de los obispos tendrá, por tanto, una fuerte lectura política. Aunque para explicar la irrupción de la Iglesia en este terreno hay que tener en cuenta un aspecto clave: la difusión del Evangelio en la cuenca amazónica, en la que viven unos 34 millones de personas. Según el cardenal Hummes, el 70% de estos pueblos apenas están en contacto con el Catolicismo porque no hay sacerdotes suficientes. Y a esto se añade el empuje de otras iglesias evangélicas que cada vez ganan más terreno.

Atención mediática

De aquí surgen otros dos temas que deberían ser tangenciales, pero que ocuparán buena parte de la atención mediática. Por un lado, se debatirá sobre la posibilidad de que hombres casados con probada fidelidad a la Iglesia Católica y con familia puedan asegurar ciertos sacramentos –como la Eucaristía o el bautismo– en zonas remotas donde no hay curas. Es lo que se conoce como «viri probati», aunque en el «Instrumentum laboris», el documento previo que sirve de base para el Sínodo, se quiso evitar a toda costa introducir este término por la polémica que suscita entre los fieles católicos y la curia romana. Por otra parte, se planteará la posibilidad de que las mujeres también puedan asumir más responsabilidades en esos lugares olvidados, pero esquivando también la apertura al diaconado femenino. En este sentido, cabe señalar que en esta ocasión habrá más mujeres en los debates del Sínodo, pero seguirán sin tener derecho al voto, lo que ha levantado críticas de asociaciones religiosas femeninas.

El cuidado con el que se afronta el caso de los «viri probati» y el papel de las mujeres se justifica por las críticas que ya están surgiendo del ala ultraconservadora de la Iglesia enfrentada con Francisco. Como ya es tradición cuando hay un evento importante en el Vaticano, un grupo de cardenales de este sector ha escrito una carta advirtiendo de las posibles «herejías» que se pueden plantear.

El de este año es sin duda un Sínodo arriesgado, en el que no faltarán los dardos políticos del exterior ni los religiosos, que vienen desde dentro del colegio cardenalicio. A menudo, ambos se entrecruzan.