Francisco, nuevo Papa
Telegénico por naturaleza
La autenticidad de sus gestos y lenguaje hacen que Francisco empatice al segundo con quien le mira
ciudad del vaticano-El mundo vio a Jorge Mario Bergoglio por primera vez vestido de blanco el 13 de marzo. El Papa Francisco apareció en el balcón central de San Pedro sin llevar sobre los hombros la muceta y con la cruz metálica que porta desde su ordenación episcopal, no el crucifijo de oro que se le presupone a un obispo de Roma. Se presentó con un «buenas tardes», con una broma sobre que los cardenales habían ido «al final del mundo» para buscarle y con un gesto sencillo: inclinó la cabeza pidiendo a los fieles que rezasen por él.
Aquella fue la primera muestra como Papa de una actitud con la que está encandilando a la opinión pública. Después vinieron los zapatos negros y no rojos, vivir en la residencia Santa Marta y no en el Palacio Apostólico, bendecir en silencio a los periodistas para respetar a los no creyentes, celebrar su primera misa en una pequeña parroquia y no en la basílica de San Pedro, romper continuamente el protocolo para abrazar a los fieles... Y, ayer mismo, renunciar a las felicitaciones de Pascua en 65 idiomas distintos para acortar los tiempos.
«Los gestos y los modos de Francisco dan una idea de gran humanidad. Supone una novedad por su forma de presentarse, por su gestualidad... Utiliza un lenguaje privo de lo superfluo. Es denso pero sintético, con frases breves y modos de gesticular muy comprensibles. Logra la empatía del oyente, que se compartan los sentimientos de los que habla», opina Paolo Peverini, profesor de Semiótica de los Medios de Comunicación en la Universidad Luiss de Roma. «Habla de forma sintética, con una voz que implica a quien tiene delante, provocando una escucha emotivamente activa».
En su opinión, aquel gesto inicial en el balcón central de San Pedro ha entrado ya en la historia y en la memoria colectiva de todos gracias a la televisión. El encargado de recoger todas las imágenes que tienen que ver con el Papa es Dario Viganò, director del Centro Televisivo Vaticano. En una entrevista con el diario «Avvenire», Viganò calificaba a Francisco de «naturalmente telegénico». Consideraba que con sus gestos, que «enseñan mucho», ha escrito ya «su primera encíclica», en la que transmite que «la verdad cristiana es testimonial antes incluso de ser argumentativa».
Nueva era comunicativa
Diego Contreras, decano de la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma, sostiene que Francisco abre un nuevo periodo comunicativo. «Hace que el balón esté ahora en el campo de la Iglesia, que recupere la iniciativa. Le ayuda a liberarse de la zahorra que hacía que la voz de Benedicto XVI no se escuchase en muchos momentos, sepultada por dificultades como el «caso Vatileaks». Por supuesto que hay que seguir resolviendo estas cuestiones, yendo hacia una purificación interior, pero ahora la opinión pública también trata otros puntos sobre la Iglesia», opina Contreras.
El «enamoramiento» que los medios muestran con Francisco hace temer que vaya luego seguido por periodos más difíciles. «Estamos efectivamente en una luna de miel. Con Benedicto XVI, con quien resultan inevitables las comparaciones, ocurrió lo contrario. Sus principios, desde la percepción pública, fueron muy duros y sólo pudo mejorar. Habrá que ver lo que ocurre con Francisco. Hay quien analiza sus gestos con una visión ideológica y quedará luego probablemente decepcionado», comenta el decano y profesor de la Universidad de la Santa Cruz. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la pobreza, cuya raíz está en «la pobreza evangélica», sostiene Contreras.
Peverini, por su parte, destaca que el Papa acompaña sus gestos, que «comunican cambio», con sus palabras: «Él es el primero que habla de corrupción». Lo hace incluso improvisando, algo que para este semiólogo es muy significativo, pues da idea de diálogo y de toma de contacto con el oyente. Francisco, además, tiene un gran capacidad para ser entendido por la Prensa por dos motivos: utiliza «palabras clave que los medios de comunicación en seguida relanzan», y realiza gestos que lo liberan de algunos símbolos radicados en el «imaginario colectivo desde hace tiempo», lo que consigue que parezca «más humano».
Los dos expertos coinciden al considerar auténticas las formas con que Francisco habla y actúa. «La fuerza de sus gestos es que son auténticos. El gran público no conocía antes a Bergoglio, pero quienes sí lo conocían perciben la continuidad. Si actuara de forma artificial acabaría notándose y sería como un bumerán, al final tendría un efecto negativo», apunta Contreras, para quien se ha vuelto a la «fuerza de los gestos» de Juan Pablo II. Peverini también cree que el Papa «no busca un efecto», pues habla con las personas con total naturalidad y sin tener en cuenta que la opinión pública mundial esté pendiente de él.
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