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Dublín

Un tesoro para la humanidad

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Así definió el Papa Francisco la familia a primeros de mes. Pero entonces vino una tormenta de verano. Es más, un verdadero huracán. Se trata del devastador informe sobre abusos sexuales emitido por un gran jurado de Pensilvania (EE UU) que causaba vómito en algunos de sus pasajes.

Así definió el Papa Francisco la familia a primeros de mes. Pero entonces vino una tormenta de verano. Es más, un verdadero huracán. Se trata del devastador informe sobre abusos sexuales emitido por un gran jurado de Pensilvania (Estados Unidos) que –según el jurista Rafael Domingo– causaba vómito en algunos de sus pasajes. Entonces, Jorge Mario Bergoglio escribió una carta dirigida a todos los católicos: pidió oración y penitencia, así como evitar que vuelva a pasar en el futuro.

El comienzo es eminentemente negativo. Y es esta también una de las prioridades del viaje de Francisco a Irlanda, uno de los países más afectados por los abusos y la mala gestión por parte de la jerarquía. Ya el Papa emérito Benedicto XVI les escribió a sus obispos en 2010, y ahora el Papa Francisco se ha reunido con las víctimas en un lugar hasta ahora desconocido. Tal vez habrá algún mensaje a la Iglesia y al mundo.

La «Operación Limpieza», comenzada por papas anteriores, sigue adelante con especial decisión. A ritmo de tango.

El Encuentro Mundial de las Familias de Dublín ofrece, además, una oportunidad única para reflexionar sobre uno de los documentos más importantes del pontificado de Francisco: la encíclica «Amoris Laetitia». Hasta ahora solo se han abordado varios puntos polémicos sin ir al fondo de la cuestión: la belleza y el futuro de la familia. Este hermoso texto sigue siendo desconocido para gran parte de las familias católicas.

La vigilia de ayer noche fue el momento culminante y hoy el Papa anunciará la sede del próximo encuentro mundial. Durante el viaje, Francisco hará una peculiar parada para rezar ante las reliquias de un exalcohólico, Matt Talbot, que no es un simple «santo bebedor», sino un trabajador de una serrería que consiguió superar una arraigada adicción a la bebida. Pudo librarse de ella. Todo un logro de la misericordia divina, y un santo muy de la era Francisco. Tras su conversión, poco antes de los 30 años, su vida cambió radicalmente: se convirtió en uno de los «santos de la puerta de al lado» que Francisco describió en su último documento papal, la exhortación apostólica «Gaudete et Exultate», sobre la santidad en el mundo actual.

*Pablo Blanco es profesor de Teología Dogmática en la Universidad de Navarra (UNAV)

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