Religion
Una Puerta Santa para 300 pobres
LA RAZÓN visita el centro de Cáritas en Roma, al que acudirá hoy el Papa. Será el primero de los numerosos gestos de Francisco con motivo del Jubileo
Algunos de los más necesitados de Roma cuentan las horas y los minutos para que el Papa Francisco abra esta tarde la «Puerta Santa de la Caridad». Será –piensan– la confirmación de lo que sólo les ha dado la Iglesia: acogida, respeto y dignidad. Hoy, a las 18 horas, el Pontífice visitará el centro de Cáritas Don Luigi Di Liegro, situado en las inmediaciones de la principal estación de trenes de Roma, donde las miles de personas que cada día hacen uso de ella son ajenas a la realidad que se vive en esta casa de acogida. El de Francisco será el primero de muchos gestos de misericordia que él mismo realizará durante el Jubileo que inauguró el pasado día 8 con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Será además la primera vez en la historia que un Papa abra una Puerta Santa que no es la de una catedral.
En el centro, situado en la Via Marsala, desde hoy podrán dormir 300 de estos necesitados y 500 cenarán cada noche gracias a la reforma de sus instalaciones. Desde 1987, muchos han encontrado en él cama, ducha, comida y ropa, pero también un lugar en el que ser escuchados y recibir palabras de aliento y consuelo. El Papa abrirá la Puerta Santa del albergue como signo de un nuevo comienzo. Es obra de Marko Ivan Rupnik, un reconocido sacerdote jesuita que trabaja el arte del mosaico y ha realizado importantes obras en todo el mundo, también en el Vaticano. El diseño reproduce el logotipo del Jubileo –también ideado por él– y muestra al Buen Pastor que lleva sobre sus hombros al hombre extraviado y herido.
Mientras se espera la llegada del Pontífice, Cáritas y la Diócesis de Roma quisieron mostrar la Puerta y la reforma de las instalaciones. El cardenal vicario del Papa, Agostino Vallini, aseguró que «Roma es el ejemplo de la caridad» y la Puerta es una de tantas iniciativas en favor de los pobres. En su opinión, es «un pequeño milagro, una obra que debería convencer a todos de que se pueden hacer muchas cosas buenas».
Entre los hospedados en el albergue de este centro se encuentra Angelo, quien lleva en él desde 2012. Estudió tecnología y trabajó en ese campo hasta que la crisis le sorprendió y se encontró sin trabajo y en la calle. «Estoy esperando encontrar trabajo para salir y tener la vida de antes», contó a LA RAZÓN. Mientras, en el centro Don Luigi Di Liegro se encuentra como en casa. «Este lugar da la posibilidad a las personas que han perdido el trabajo y la casa, a las personas pobres, de tener una especie de familia». Asegura que al Papa «le esperamos con alegría» y reconoce que su visita es «un gesto estupendo porque vendrá en medio de nosotros, como vicario de Cristo en la tierra, a visitar a los pobres. Nosotros tendremos una Puerta Santa, y abierta por el Papa».
Angelo señala que la misericordia, tema principal del Año Santo, «es la palabra que nos acompaña a todos, es la que tiene Dios hacia los últimos; significa ver el rostro de Cristo en los pobres» y piensa que «el Papa ha hecho de su vida, de su misión, precisamente esto: una Iglesia pobre y para los pobres». Si tiene posibilidad, dice que «le agradeceré todo lo que hace por nosotros. Me gustaría abrazarle y decirle que rezo por él para que Dios le dé la fuerza de ir adelante».
Gabrielle, que colabora en Cáritas desde hace 8 años, también espera ansioso la visita de Francisco. El joven explica que allí se acoge a todo el mundo y que cada uno de los trabajadores o voluntarios tiene una tarea distinta. En su caso, se ha ocupado de la recepción e incluso ha salido por las noches a buscar personas que necesitaran ayuda. «A veces viene gente y pide ser acogida, pero no hay sitio porque está completo, eso me rompe el corazón», reconoce el joven. «Los que vienen aquí valoran sobre todo la comida. Ellos acogen con agrado todo lo que se les da», explica. Por eso, certifica que merece la pena esta labor y manda un mensaje a los jóvenes: «Probad a servir, a hacer caridad en comedores». «Muchas personas a las que hemos acogido las hemos encontrado después fuera, con un trabajo, una casa digna y eso no tiene precio», destaca. En definitiva, «buscamos ser solidarios formando una verdadera familia». Si esta tarde es posible, también quiere dar las gracias a Francisco «por todo lo que nos está donando».
En total son 15 las personas que trabajan en el centro, 30 los voluntarios del hospicio y 100 los que atienden en el comedor. Cifras que se incrementan gracias a grupos parroquiales. Pero si alguien ha vivido esta experiencia es Tina, que con 90 años es la voluntaria más antigua y de mayor edad: lleva 28 años sirviendo a los pobres. «Vengo dos o tres veces a la semana y nunca he faltado. Mi deseo ha sido ayudar al pobre, vivir con el pobre y estar con el pobre... pido perdón si alguna vez no he podido hacerlo. Ellos me han dado mucho más que yo a ellos», dice emocionada.
«No todos los que vienen son católicos, pero sí acogemos a todos. También a musulmanes y cuando hacen el Ramadán tienen la cena aparte. Ellos saben que Cáritas es la Iglesia pero no cerramos las puertas a nadie. A cada uno le atendemos según sus creencias y respetamos a todos, porque si no, ¿qué clase de cristianos seríamos?», se pregunta. Tina tiene la esperanza de saludar hoy al Pontífice y quiere pedirle que contraten en Radio Vaticana a un joven al que ha cuidado desde que era pequeño, porque «lleva años haciendo colaboraciones con ellos y se merece una estabilidad». Y es que, como está escrito en una de las paredes del albergue y decía precisamente el fundador de la Cáritas de Roma Luigi Di Liegro, «una ciudad en la que un hombre sufre menos es una ciudad mejor».
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