El día de las familias

Vincenzo Paglia: «Sin engendrar hijos, no se engendra futuro»

El nuevo «ministro de Familia» del Papa predicará el domingo para Europa desde la Plaza de Colón de Madrid, en la gran Fiesta de las familias cristianas

Cardenal Vincenzo Paglia
Cardenal Vincenzo Paglialarazon

–El próximo domingo, 30 de diciembre, usted viene desde Roma para participar de la Fiesta de la Sagrada Familia. ¿Qué le trae a este encuentro?

–Siento, sobre todo, la alegría, y también la obligación, de estar al lado de quienes festejan la familia. La importancia de este evento, que ya hace algunos años que se viene celebrando, es relevante no sólo para España, sino para toda Europa. Y sobre todo en una época como ésta. El Papa Benedicto XVI, en su reciente saludo a la Curia Romana, ha subrayado la estrecha relación que existe entre la defensa del hombre y la defensa de la familia. Yo diría incluso que también existe entre la fiesta de la familia y la fiesta del hombre.

–Benedicto XVI, como cada año, saludará durante el rezo del ángelus desde la Plaza de San Pedro a los congregados en Madrid. ¿Qué piensa el Papa de este encuentro?

–Esperamos todos con entusiasmo las palabras que nos dirigirá el Papa. Podríamos decir que hablará al mundo mirando hacia Madrid, alegrándose de esta extraordinaria fiesta en el día en el que toda la Iglesia mira hacia la Sagrada Familia de Nazaret. Jesús acaba de nacer y la Iglesia quiere hacernos contemplar la Familia en la que ha nacido Él. Y el Papa, que ha subrayado muchas veces el hecho de que también Dios para nacer necesitó una familia, pide que las familias cristianas muestren al mundo que es posible y que es hermoso «hacer familia». Incluso antes de las palabras es necesario dar un testimonio que sea atractivo.

– Como usted ha señalado antes, el Santo Padre, en su discurso a la Curia Romana con motivo de la Navidad, habló sobre todo de la familia y de la crisis que la amenaza. ¿Qué peligros cree el Santo Padre que amenazan a la familia y cómo se la puede ayudar?

–El discurso a la Curia Romana ha brotado del corazón del Papa. Y de su mente. Todos nos hemos sorprendido de la profundidad de su análisis. Al tratar la crisis de la familia ha leído en ella la del hombre mismo. La raíz de la crisis de la familia que se hunde en la tentación misma de Adán: el deseo de ser autosuficiente, por tanto, de prescindir de Dios, de creer que su propia realización viene por la liberación de toda atadura, con Dios y con los demás. Pero así no sé yo si somos más libres. Lo que sí se es que ciertamente estamos más solos y nos encontramos entonces ante el vértigo del individualismo, que todo lo destruye, a nosotros mismos y a los más queridos. Es necesario volver a comenzar desde la Biblia, desde aquellas palabras que pronunció Dios mismo: «No es bueno que el hombre esté solo». La felicidad, la realización de toda persona está en «ser familia». Todos la necesitamos para ser felices y para afrontar el día a día y el mañana con más serenidad.

–Cada vez son más los gobiernos que amenazan a la familia equiparando legalmente las uniones del mismo sexo a los matrimonios entre hombre y mujer. ¿Qué consecuencias está teniendo este hecho?

–Es irresponsable promover en la sociedad la «babel» de las palabras. El matrimonio (entre hombre y mujer, con la perspectiva de los hijos) ha sido desde siempre considerado el pilar fundamental de la sociedad en todo el mundo. Erradicarlo es peligrosísimo. Cuidado con las elecciones cuyas consecuencias serán dramáticas y en último término, irreparables. Se dice a menudo para defender estas opciones desafortunadas que la familia ha cambiado y que hoy existen muchos tipos de familia. No hay ninguna duda de que ha cambiado. Pero tampoco existe duda alguna de que su sustancia permanece. Pongo un ejemplo: Las casas de hace 2000 años, tanto en Madrid como en Roma, eran distintas de las nuestras. Pero siempre eran y son unas paredes y un techo. ¡Cuidado con cambiar una columna o con confundir una columna con una casa!

– En Francia, la intención del gobierno de Hollande de legalizar el «matrimonio homosexual» ha provocado un abrumador rechazo. El próximo 13 de enero miles de personas saldrán de nuevo a la calle para mostrar su desacuerdo. ¿La gente ve cada vez más urgente defender el matrimonio tradicional?

– Voy a Madrid también por esta cuestión. Estamos todos llamados a defender este «tesoro de la humanidad» que es la familia. Es el recurso «más importante» de nuestra sociedad y nos damos cuenta en este momento de crisis. La Iglesia, que es «experta en humanidad», siente el deber de defender a la sociedad de esta irresponsable deriva. Si existen derechos individuales y patrimoniales que hay que defender, hagámoslo. Pero cuidado con minar la arquitectura. Es verdaderamente significativo, y debería hacer reflexionar también a los gobernantes. Y no sólo a ellos, que muchos, como está ocurriendo en Francia, se unan para defender la familia. Me permito citar la definición de Cicerón: «Familia est principium urbis et quasi seminarium rei publicae» («la familia es el principio de la urbe y la semilla de la cosa pública»). Por eso quiero decir: ¡Volvamos al menos a Cicerón!

– Los abortos continúan aumentando y los gobiernos siguen apoyando leyes que atentan contra la vida. ¿Qué solución existe a esta situación?

– Es realmente uno de los dramas de nuestra época y lamentablemente está siendo ignorado. Hay como un envilecimiento: se piensa en defender la vida de alguien eliminando la de otro. ¿Qué podemos hacer? Mostrar que la vida es bella y defenderla en todo lugar.

–Según un estudio demográfico del Instituto Nacional de Estadística, en 2013 España perderá habitantes por primera vez en décadas. Es un problema que también afecta al resto de países europeos. ¿Qué futuro le espera a la sociedad si continúa esta tendencia?

–En Europa está muriendo la esperanza porque cada uno, individuos, familias, regiones y estados, piensa sólo en sí mismo y en su pequeño destino individual. Y antes de la esterilidad física está la espiritual. Cuando no se engendran hijos no se engendra futuro. La Europa que en los siglos pasados ha construido la historia, incluso enviando a muchos de sus hijos por el mundo, hoy se encuentra encogida defendiendo los pocos ahorros que tiene, pero corre el riesgo de quedarse fuera de la historia. Por eso nosotros, los cristianos, estamos llamados a ser más audaces y más responsables para el futuro de esta Europa.

–El Papa ha hablado también del miedo de los novios a comprometerse y contraer matrimonio...

–Bauman habla de la «sociedad líquida». Está muriendo la confianza en las relaciones estables. También los afectos son líquidos. Ya no hay confianza entre los unos y los otros. Está en cambio el miedo a ser abandonados, a que nos dejen. Ya nada es estable. Mejor no casarse. Nos estamos acostumbrando a vivir en arenas movedizas. Es, por ejemplo, una creencia común que no es posible un amor que dure para siempre. Y yo me pregunto: ¿Por qué se puede decir «forever» para el Real Madrid y no se puede decir para la propia mujer o para el propio marido? Evidentemente aquí hay algo que no funciona.

–La mayoría de las realidades eclesiales, movimientos y nuevas comunidades ven la defensa de la familia y la vida como algo fundamental de su carisma y muchas familias que pertenecen a ellas tienen tres o más hijos. ¿Por qué las familias numerosas son características de estas realidades eclesiales?

–Porque han comprendido que la felicidad está en la comunión y no en la soledad. Y en esto los movimientos son un recurso valiosísimo tanto para la Iglesia como para la sociedad. Se podría decir que es Dios mismo el ejemplo o mejor dicho, el origen. El Dios de Jesucristo no es una soledad lejana, sino una «familia de tres personas» que se quieren tanto hasta el punto de ser una sola cosa.