Irak

«Yo también soy cristiano de Irak»

Un cristiano iraquí de Mosul, que huyó de la violencia de su país, lee un libro en una iglesia de Amman
Un cristiano iraquí de Mosul, que huyó de la violencia de su país, lee un libro en una iglesia de Ammanlarazon

Ayuda a la Iglesia Necesitada lanza la mayor campaña hasta ahora para socorrer a los perseguidos

Lo dicen las cifras y lo confirman los testimonios. Lo que está sucediendo a los cristianos en Oriente Medio, sobre todo en Irak y en Siria, es un genocidio. Al año mueren por causa de su fe unos 100.000 seguidores de Jesús, o lo que es lo mismo, uno cada cinco minutos; y según el último Informe de Libertad Religiosa de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), presentado hace poco más de un mes, tres de cada cuatro personas que son perseguidas en el mundo por causas religiosas son cristianos. Una situación que hasta el momento ha pasado desapercibida para los gobiernos de Occidente, que actúan en la zona como si fuera un gran tablero geoestratégico, y a pesar de que el Papa Francisco habla prácticamente cada semana sobre esta situación. Así de contundente se mostró durante su visita al Parlamento Europeo: «Comunidades y personas que son objeto de crueles violencias: expulsadas de sus propias casas y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos». Y volvió a abordar la cuestión el pasado viernes, durante la audiencia con los obispos siro-antioquenos, en la que mostró su preocupación por el éxodo de cristianos que están despojando a un territorio histórico para el cristianismo: «Este movimiento de fieles hacia los países más seguros empobrece la presencia cristiana en el Medio Oriente, la tierra de los profetas, de los primeros predicadores del Evangelio, de los mártires y de muchos santos, cuna de los ermitaños y de la vida monástica».

En este sentido, AIN en España acaba de lanzar la mayor campaña en sus 50 años de historia a favor de la Iglesia en Irak, presente en este territorio desde los primeros tiempos del cristianismo, pero que desde la caída de Saddam Husein, en 2003, no ha dejado de caer, pasando de 1,6 millones a apenas 300.000. «Muchos han abandonado el país por la violencia de los radicales musulmanes. No hay familia cristiana que no cuente con algún mártir o asesinado por los extremistas. Los pocos que se quedaron habían emigrado al norte, a la ciudad de Mosul, donde la convivencia era más estable. Ahora han tenido que huir de nuevo. Ya no se oyen las campanas en pueblos ancestrales de la llanura de Nínive», apuntan desde esta institución eclesial.

Para dar voz a estos cristianos, AIN traerá a España en los próximos días al arzobispo caldeo de Mosul, Amil Nona, que ha tenido que abandonar su ciudad y diócesis junto con los fieles por las amenazas del Estado Islámico (IS). En conversación con LA RAZÓN reconoce que no ve una solución a corto plazo y pide ayuda a la Iglesia de España «para explicar el conflicto, quiénes son los que nos persiguen y el porqué de esta persecución». Éste, como otros, es testimonio de que son muchos los cristianos que mueren por su fe o que ven cómo pierden familiares por el odio religioso. Nabil Haddad, cristiano de Siria, es uno de ellos. Su hermano, sacerdote, fue asesinado. «Los cristianos sirios somos originarios de esta tierra, vivimos el peligro de esta guerra que nos expulsa de aquí. Necesitamos que se nos ayude a conservar nuestras iglesias, patrimonio cultural y espiritual de Oriente», afirma. En Ankawa (Irak), en un campo de refugiados cristianos, trabaja el sacerdote sirio-católico Benham Benoka junto con otros compañeros y religiosas. Atienden a 70.000 personas. Sus palabras son un grito desgarrador: «Estamos en una gran dificultad. Estamos muriendo».