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Javier Fernández: “Puedo ser un poco masoca. ¿Quién se cae 300 veces al día y sigue?”

Entrevista al campeón mundial de patinaje

Javier Fernandez, patinador olímpico
Javier Fernandez, patinador olímpicoCristina Bejarano.Cristina Bejarano.

Se ha "jubilado" con tan sólo 28 años, aunque eso sí, con un palmarés de vértigo: siete veces campeón de Europa, dos veces campeón del mundo y medallista olímpico de patinaje artístico. Ahora, entre los muchos cambios que se presentan en su vida, ha querido añadir uno más: quitarse las gafas y decir adiós a la miopía.

- ¿Qué le ha llevado a decidirse operarse de la vista ahora, tras retirarse de la competición?

-Llevaba pensándolo desde hace muchos años, pero lo dejé. Y cuando me junté con la Clínica Baviera estuve con los doctores y creo que ha sido por ellos, que me han dado confianza. No lo hice cuando estaba compitiendo porque no me lo habían explicado tan bien y con tanto detalle, no sólo la operación sino las pruebas, absolutamente todo... porque al fin al cabo ¡son tus ojos, tu vista!

-¿Se ha sometido a algún tipo de intervención a lo largo de su carrera?

-No, no he tenido ninguna operación. Realmente no he sufrido grandes lesiones, he ido al médico por algún corte o una vez me tuvieron que infiltrar en el hueso púbico, pero quitando eso no he tenido que pasar por quirófano para nada, he tenido bastante suerte en mi carrera deportiva.

-¿Alguna parte de su cuerpo se ha «alegrado» más que otra de su retirada?

-Dentro del patinaje lo que más sufren son las rodillas, la cadera y parte de la espalda, sobre todo los lumbares, de todas las caídas y de los golpes. Especialmente los discos de la columna suelen machacarse bastante.

-Ha tenido muchos éxitos, y conseguirlos le han requerido un gran sacrificio. ¿Qué le resultaba más duro?

-En este deporte, individual, tiene un plus la parte mental, de concentración. Te diría que incluso cuando eres pequeño, y vas mejorando y consiguiendo nuevos saltos y movimientos, llega un momento que ya lo tienes todo aprendido. Y lo que hace la diferencia, cuando eres mayor y un patinador completo, es la cabeza. Es la mente lo que te hace fallar o lograr una buena competición. Cuando estás en la élite de este deporte es casi 50% el físico y 50% la parte mental.

-¿Y cómo entrenaba ese 50% mental?

-Sobre todo, manteniendo mi cabeza entretenida para no estar pensando en la competición, los nervios, si lo voy a hacer bien o mal... tenerla ocupada con otra cosa, para que el nivel de nervios no siga subiendo, incluso la noche anterior de una competición, que te vas a dormir y empiezas a pensar. La música es algo que siempre he usado, en el trayecto a la competición, en los calentamientos, prácticamente siempre iba con música. Después, cuando estaba en el hotel, todo lo que tuviese alrededor que me permitiese tener la cabeza activa, ya fuese una película, un videojuego, la televisión, hablar con alguien...

-Dejar la alta competición a veces puede resultar duro tras haber dedicado gran parte de su tiempo y de su vida al deporte. ¿Cómo afronta este nuevo reto?

-Es un trámite de la vida, un cambio. No sólo son las horas de entrenamiento sino que es todo el día, el estar preparado para entrenar y, cuando has terminado, intentar descansar para que el siguiente sea bueno, quitarte de hacer cosas, o incluso de irte con los amigos para intentar estar al 100% al día siguiente. Son cosas de las que te tienes que privar. En lo que es ahora mi vida hay un poco de desnivel respecto a todo lo que he hecho estos años, algo nuevo que tengo que empezar a plantearme. Hay muchos altibajos porque un día trabajo, otro no, hoy me tengo que despertar a las 6, mañana a las 9... No tengo la rutina que he llevado toda la vida, entonces me la tengo que generar yo con diferentes horarios. Es un tránsito y me estoy adaptando pero creo que necesito más tiempo porque realmente sin competir ni entrenar llevo poquito tiempo.

-Hay terapias que no tienen evidencia científica o que están poco probadas y a veces se ponen de moda... ¿Qué opina de ellas?

-Yo es que soy muy de casa y no he usado ninguno de estos tratamientos o ninguna técnica de recuperación porque he preferido pegarme un baño y ya está, lidiar con los propios dolores. Pero no sé por qué, a veces puedo ser incluso un poco masoca. ¿Qué persona se cae 300 veces al día y sigue saltando? Pero bueno, yo he sido así.