Más incertidumbre para la Sanidad

Las elecciones generales celebradas el pasado domingo han incrementado la complejidad del panorama político consecuente de los comicios del mes de abril. Los resultados obtenidos –reducción del apoyo obtenido por el PSOE, incremento para el PP, ascenso de Vox, descenso en Podemos, debacle de Ciudadanos… y auge de regionalistas, nacionalistas e independentistas– imposibilitan un acuerdo claro y directo para formar Gobierno, y aumentan la inquietud ante las opciones existentes para evitar una nueva convocatoria electoral. Somos muchos los que no terminamos de vislumbrar la vía por la que optará el partido más votado para desbloquear la situación; muchos los que desconfiamos de la utilidad de un posible "gobierno Frankenstein" ante la crisis que se avecina; muchos los que tememos el impacto negativo que el escenario actual puede tener en la sociedad, especialmente en el desarrollo de nuestro Estado del Bienestar, de nuestra Sanidad. Está más que claro que el Sistema Nacional de Salud requiere sin demora reformas estructurales, un nuevo modelo de financiación, un Consejo Interterritorial vinculante, una mejor planificación de los recursos humanos… pero la realidad política invita a pensar que estos cambios no serán factibles en el corto y el medio plazo, y que el Ministerio de Sanidad será de nuevo moneda de cambio en las negociaciones para la formación de Gobierno. Es en contextos como el presente cuando el Pacto de Estado por la Sanidad cobra todo su sentido; cuando el "gran acuerdo" evitaría las consecuencias nocivas que la inestabilidad política vigente puede tener en la cohesión y en la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario. Siempre queda mantener la esperanza –incluso la fe– en que los partidos políticos busquen el consenso real y aprovechen la coyuntura para posicionar a la Sanidad –de una vez por toda– por encima de los intereses partidistas. Mientras la situación termina de aclararse, la sensación creciente es, cuanto menos, de incertidumbre.