Salud
Los descuentos afectan a la salud
El año pasado los españoles se dejaron de media en este día 256 euros
Esta noche se da el pistoletazo de salida al Black Friday, una gran tradición estadounidense que empezó durante los años 50. Cada vez más, estos descuentos nos sirven de ayuda para adelantar esos regalos de Navidad y darnos algún caprichito ocasional aprovechando las ofertas. Pero, ¿qué pasa cuando este tipo de compras no son solo puntuales, sino que se que convierten en una obsesión para el comprador asiduo y compulsivo?
Con el auge de las grandes marcas de colocar su propuesta de ventas en el mercado on-line, las compras son mucho más accesibles y rápidas. Y, de esta forma llega a un público mucho más amplio. Un arma de doble filo ya que según un trabajo de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales, un tercio de la población tiene problemas de compra compulsiva y falta de control en el gasto. El año pasado los españoles se dejaron de media este día 256 euros y los productos más vendidos en Amazon fueron artículos tecnológicos que no eran de primera necesidad.
Entonces, ¿por qué se disparan este tipo de compras? según José Antonio Tamayo, psicólogo del centro Activa Psicología de Madrid esto ocurre porque “a través de la publicidad o el marketing, se promueve un estado de necesidad o carencia subjetiva mediante el contraste del estado que alcanzaría el individuo si adquiriera o consumiera el producto/servicio, frente al estado en que se encuentra en el momento actual, que adquiere connotaciones negativas (…). Si a este proceso se le añade el aliciente del descuento o la rebaja del precio, en un período delimitado de tiempo, se incrementa la motivación hacia la compra, como acto que permite escapar de la incomodidad generada por la aparente incongruencia de dejar pasar la oportunidad de adquirir algo a un precio inferior al real o de que los demás se beneficiarán de ello y yo no”. Además tal y como asegura el psicólogo, este tipo de compras hacen una sustitución a otro tipo de satisfacción ya que “cualquier compra que no esté motivada por una necesidad real, detectada por el individuo, sino por una necesidad creada con fines mercantilistas, estaría satisfaciendo otra necesidad, apetencia o estado emocional distinto de la que provee el producto”.
Compradores compulsivos
“Entre las funciones que pueden cumplir las compras consumistas estarían, típicamente, la reducción de estados emocionales aversivos (ansiedad, aburrimiento, tristeza) o el incremento de los estados emocionales agradables (ilusión, excitación, alegría,…), que serían anteriores a la compra y que tendrían que ver con las circunstancias vitales concretas en que se encuentra el individuo” asegura el Tamayo. Esto hace aumentar las cifras de lo que llamamos compradores compulsivos, quienes tienen algunos síntomas característicos,entre los cuales destaca “la realización de compras reiteradas que no obedecen a una necesidad real o a una decisión deliberada, en una frecuencia y/o cuantía que resulta excesiva en relación con las posibilidades económicas o los propósitos previos de la persona, acompañadas de una sensación de urgencia y de incapacidad para demorar la compra. La experiencia emocional cuando no puede llevarse a cabo la compra deseada es de enorme impaciencia, nerviosismo, irritabilidad o frustración”, cuenta el experto.
Para Jaime del Corral, psiquiatra de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, de la Orden Hospitalaria de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios las personas más vulnerables son “aquellas con altos niveles de estrés, estilos de afrontamiento inadecuados, impulsividad, estado de ánimo, etc. Nuestra experiencia en la Unidad de Patología Dual nos muestra que las personas que presentan o han presentado otro tipo de adicciones tienen mayor predisposición a este problema”.
Medidas para unas compras sin descontrol
Tamayo recuerda que se pueden tomar medidas frente a este tipo de situaciones que pueden prevenir unas compras compulsivas. “Sería de ayuda, antes de salir de tiendas o de adentrarse en los catálogos comerciales, preguntarse si hay algo que necesita o que le haga especial ilusión adquirir y conocer el presupuesto del que se dispone o del límite de gasto”, aconseja el psicólogo.
En cuanto aquellas personas que suelen comprar de forma descontrolada, Tamayo recomienda “no realizar esas adquisiciones inmediatamente de haber localizado el producto deseado y poder compartir con una persona de confianza la decisión sobre el gasto que se quiere hacer, de forma que pueda pasar un intervalo de tiempo que reduzca la urgencia por conseguir un producto y puedan realizar de manera más consciente la compra elegida”. Así coincide Del Corral, quien afirma que “conviene abordar este tipo de consumo como las adicciones: alejarse de aquellos elementos que favorecen la secuencia adictiva, es decir, intentar que no se reproduzcan las circunstancias en las que habitualmente se han realizado las compras. También es útil establecer mecanismos de control externo que limiten las posibilidades de las posibilidad de adquirir cualquier producto, como por ejemplo clausurar suscripciones”.
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