Salud y bienestar

Breviario de supervivencia

Las personas que convierten la gratitud en un hábito, se sienten más saludables, más optimistas y más satisfechos con sus vidas | Fuente: Simon Migaj / Unsplash
Las personas que convierten la gratitud en un hábito, se sienten más saludables, más optimistas y más satisfechos con sus vidas | Fuente: Simon Migaj / Unsplashlarazon

Hace años publiqué en «El sendero de la mano izquierda» una recopilación de sugerencias, truquillos, consejos y recomendaciones para salir airosos, o, al menos, con un mínimo de salud, de este valle de lágrimas y atroz siglo XXI. Hoy se me han venido a las mientes algunos de ellos: que no me quiten el sol. Eso es lo único que Diógenes –el cínico, el perro, el filósofo– pidió a Alejandro cuando éste, fascinado por su sabiduría, le ofreció el oro y el moro.

Conviene, de vez en cuando, automedicarse con prudencia. Yo, antes de ir a un médico, rastreo mis síntomas en cualquier manual médico. Todo, todo está en los libros. Es preciso ser activo, moverse, trabajar, caminar, subir, descender, copular, pero… Ojo con el deporte. Lo carga el diablo. Es competición y siempre esfuerzo, a menudo excesivo y, por ello, desaconsejable. Lo contrario del Tao. Su práctica embrutece, aleja del Espíritu al usuario y lo engaña con las endorfinas. Casi todos mis amigos deportistas están ya en la huesa o hechos unos zorros. Mens insana in corpore insano.

Aprender a respirar es otra de las claves, puesto que equivale a aprender a nacer (el primer vagido) y a expirar (el último suspiro). Quien sabe nacer y sabe morir, sabe vivir, ¿no? Todos deberíamos aprender a respirar abdominalmente en ocho tiempos. Es mucho más fácil de lo que parece y puede adaptarse a cualquier ritmo fisiológico y psicológico. Se hace así: hay que vaciar los pulmones, inspirar luego en tres fases separadas por dos brevísimas soluciones de continuidad, hacer una pausa, espirar de la misma forma, hacer otra pausa y volver a empezar. Otro consejo: renunciar a los alimentos transgénicos. Lo que con ellos se nos viene encima es el fin de la especie.

Medite… Meditar no es reflexionar, sino lo contrario: dejar de hacerlo. Mi novela «La prueba del laberinto» llevaba en la primera página de su primera parte un aforismo de Osho. «El mundo de hoy –dijo ese tântrika– tiene dos opciones: meditación o suicidio global». Con eso queda dicho todo. Detener el baile de la mente, que salta de árbol en árbol equivale a ser feliz y sabio.

Y para terminar: recen y ayunen, pero no confundan la oración con la plegaria. Orar no es pedir, pedir no es orar. El Espíritu no atiende a súplicas. Y en cuanto al ayuno... en sólo una cosa se han puesto de acuerdo los científicos que estudian el secreto de la longevidad: cuanto menos comamos, mejor. Buen provecho.