Coronavirus

El Gobierno sabía ya en febrero que los sanitarios corrían riesgo y necesitaban protección segura

Pedía usar mascarillas y EPIS «adecuados». Una guía coordinada por Salud Pública ratifica que conocía el riesgo del virus antes del 8-M

Coronavirus disease (COVID-19) outbreak in Madrid
Personal sanitario del hospita de La Paz dedica un minuto de silencio a Joaquín Diaz, jefe de Cirugía GeneralSUSANA VERAReuters

Cuando ha transcurrido más de un mes y medio desde el estallido de la pandemia en España, apenas quedan ya dudas de que el Ministerio de Sanidad tenía conocimiento sobrado desde bastante tiempo antes de la dimensión que podía llegar a cobrar. No solo por las alertas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se iniciaron a principios de febrero, y de otros organismos europeos, o por la situación que atravesaban China y, más cerca aún, Italia, con centenares de infectados.

Como ya ha informado este periódico, el Ministerio ordenó a médicos y enfermeras entre diez y siete días antes de la celebración de las concentraciones feministas del 8-M que no asistieran a congresos y eventos científicos para evitar toda posibilidad de contagio. Un alto cargo del departamento de Salvador Illa, la directora general de Salud Pública, Pilar Aparicio, también expresó en público a principios de marzo su preocupación por lo que sucedía en Italia y los riesgos de las concentraciones de espectadores en los partidos de fútbol. Sin embargo, hay otros elementos que confirman el conocimiento que el Ministerio tenía de lo que podía ocurrir y de la importancia de disponer de material de protección adecuado.

En concreto, la Subdirección General de Sanidad Ambiental y Salud Laboral, adscrita a la Dirección General de Salud Pública que dirige orgánicamente aún Aparicio, coordinó una guía de recomendaciones «en continua revisión en función de la evolución y nueva información que se disponga de la infección por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2)». Dicha guía está fechada el 28 de febrero, nueve días después de la celebración de las concentraciones, y recoge una serie de medidas preventivas para «los trabajadores involucrados en trabajos de asistencia sanitaria, así como los de transportes aéreo, marítimo y ferrocarril de larga distancia o internacional, los colectivos de rescate, atención al público, hostelería, sector servicios, etc.

Según remarca, «dado que el contacto con el virus puede afectar a entornos sanitarios y no sanitarios, corresponde a las empresas evaluar el riesgo de exposición y seguir las recomendaciones que sobre el particular emita el servicio de prevención, siguiendo las pautas y recomendaciones formuladas por las autoridades sanitarias». Los autores dan fe de que el Gobierno conocía de la peligrosidad del virus, toda vez que aconsejan ya «reforzar las medidas de higiene personal en todos los ámbitos de trabajo y frente a cualquier escenario». De hecho, recomiendan extremar las medidas de higiene y establecer otras «de protección individual (incluyendo el equipo de protección individual, EPI» que sean «adecuadas y proporcionales al riesgo o riesgos frente a los que debe ofrecerse protección acorde con las actividad laboral o profesional».

Con más contagiados del mundo

Se da la circunstancia de que más de un medio después, los sanitarios se quejan aún de la falta de estos equipos que Sanidad ya creía importantes en febrero, lo que ha provocado que España sea el país con más profesionales contagiados del mundo. La guía consideraba «exposición de riesgo» al personal asistencial y no asistencial que atiende un caso confirmado o en investigación sintomático, o al conductor de ambulancia «si hay contacto directo con el paciente trasladado». Para los primeros, la guía establece como requerimiento «componentes de EPI de protección biológica y, en ciertas circunstancias, de protección frente a aerosoles y a salpicaduras». El texto se detenía en los equipos de protección individual y detallaba que «los EPI deben escogerse de tal manera que se garantice la máxima protección con la mínima molestia para el usuario».

También hablaba de la importancia de la protección respiratoria: «La colocación de la mascarilla quirúrgica a una persona con sintomatología respiratoria supone la primera medida de protección para el trabajador», añadiendo que «la protección respiratoria generalmente recomendada para el personal sanitario que pueda estar en contacto a menos de dos metros con casos en investigación o confirmados es una mascarilla autofiltrante tipo FFP2 o media máscara provista con filtro contra partículas P2».