Pandemia

Más dudas que certezas sobre la Covid-19

Un año después de aquel “aquí habrá como mucho un caso o dos”, tenemos más dudas que certezas sobre la Covid

El objetivo es desarrollar una herramienta clínica que permita reconocer a pacientes que, aun no respondiendo a estímulos externos, son conscientes de lo que sucede a su alrededor
El objetivo es desarrollar una herramienta clínica que permita reconocer a pacientes que, aun no respondiendo a estímulos externos, son conscientes de lo que sucede a su alrededor Glòria SánchezEuropa Press

Un año después, andamos aún con la segunda ola y a puertas de la tercera. Y un año después, el virus es de casi todo menos chino. Ya nadie habla de Wuhan ni de China sino de los casos disparados en América y Europa. Transcurridos 12 meses, sigue habiendo más dudas que certezas. Por no saber no se sabe de dónde salió, si de un mercado de pescados, de un murciélago, de la civeta, del pangolín o de un laboratorio. Nos han mareado todo este tiempo con teorías que no aclaran nada. Tampoco sabemos si algún medicamento cura de verdad la enfermedad, pues todos los que hasta ahora han circulado, desde la cloroquina al rendesivir, han acabado en fiasco.

También hay dudas sobre aspectos tan esenciales como si los asintomáticos son enfermos o simplemente personas cuyo sistema inmunológico es capaz de vencer al microbio. Eso, que en principio sería positivo pues anima a fortalecer los linfocitos T inmunitarios, parece sin embargo algo negativo. El asintomático es una especie de peligro andante al que hay que detectar, perseguir y aislar, aunque no esté muy claro si contagia o no. Conozco asintomáticos que convivieron en familias en las que nadie más se contagió. Y las PCR estuvieron dando hasta un 70 por ciento de asintomáticos, nada menos. Hay quien dice que el problema de las PCR es que son tan exhaustivas que dan positivo con el SARS-COV-2, pero también con otros de los siete coronavirus existentes, de manera que muchos de los asintomáticos por PCR serían falsos positivos.

Estaría ahí la explicación de por qué en Madrid bajó tanto la cadena de contagios en tan poco tiempo. Se sustituyeron los test masivos de PCR por los de antígenos, que dicen realmente quién está desarrollando la enfermedad. Y si bajan los contagios porque bajan los falsos positivos, todo el sistema se beneficia. A menos contagios (muchos eran falsos) menos alarmas, menos llamar al centro de salud, menos ansiedad, menos urgencias y menos hospitales.

Madrid lo ha hecho bien y el Gobierno central mal. Illa y Simón han llegado tarde a todo. De aquel “en España como mucho tendremos un contagiado o dos”, a los más de 60.000 muertos no declarados y nunca reconocidos. Al principio había interés en decir que aquí no había Covid. Ahora parece lo contrario. Si te pegas un trastazo con la moto, y mueres a causa del accidente, es obligatorio que por protocolo te hagan la PCR. Si da positivo (o falsamente positivo) figurará como que has muerto de Covid, no por el accidente. Es el protocolo. Lo mismo que si se trata de un cáncer, un ataque al corazón, un ictus, un trombo o una embolia.

De manera que a día de hoy, un año después de aquel “aquí habrá como mucho un caso o dos”, tenemos más dudas que certezas sobre la Covid. Eso sin tocar las vacunas, que menos mal que ya están aquí y nos van a librar de la tercera ola. O al menos eso dice Pedro Sánchez.