Estudio
¿Qué nos hace estornudar?
Cada estornudo puede generar 20.000 gotitas que permanecen en el aire hasta 10 minutos. La tos, en cambio, 3.000. Pero, ¿por qué estornudamos? Un estudio encuentra que las células que desencadenan que arrojemos con violencia el aire de los pulmones están en una región del cerebro diferente a la región que controla la respiración
Un cosquilleo en la nariz puede ayudar a desencadenar un estornudo, expulsando irritantes y diferentes patógenos causantes de enfermedades. De hecho, el acto de estornudar es la forma más común de propagar gotitas de infecciones respiratorias.
Pero las vías celulares que controlan el reflejo del estornudo van mucho más allá de los senos nasales y no se conocen bien. Ahora, un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis ha identificado, en ratones, células y proteínas específicas que controlan el reflejo del estornudo.
En la nueva investigación, publicada hoy en la revista “Cell”, Qin Liu, profesor asociado de Anestesiología y el investigador principal del estudio, y su equipo establecieron un modelo de ratón en un intento de identificar qué células nerviosas envían señales que hacen que los ratones estornuden. Para ello, los investigadores expusieron a los ratones a gotitas en aerosol que contenían histamina o capsaicina, un compuesto picante hecho de chiles. Ambos provocaron estornudos en los ratones, al igual que en las personas.
Al examinar las células nerviosas que ya se sabía que reaccionaban a la capsaicina, el equipo de Liu pudo identificar una clase de pequeñas neuronas relacionadas con los estornudos causados por esa sustancia. Luego, los investigadores buscaron moléculas, llamadas neuropéptidos, que pudieran transmitir señales de estornudos a esas células nerviosas, y encontraron que se necesitaba una molécula llamada neuromedina B (NMB) para estornudar.
Por el contrario, cuando eliminaron las neuronas sensibles a la NMD en la parte del sistema nervioso que provocaba los estornudos en los ratones, bloquearon el reflejo del estornudo. Todas esas neuronas producen una proteína llamada receptor de neuromedina B. En ratones sin ese receptor, los estornudos de nuevo se redujeron considerablemente.
“Curiosamente, ninguna de estas neuronas que evocan estornudos estaba alojada en ninguna de las regiones conocidas del tronco del encéfalo relacionadas con la respiración”, dijo Liu. “Aunque descubrimos que las células que evocan los estornudos se encuentran en una región del cerebro diferente a la región que controla la respiración, también encontramos que las células en esas dos regiones estaban conectadas directamente a través de sus axones, el cableado de las células nerviosas”.
Los investigadores también descubrieron que podían estimular el reflejo del estornudo al exponer parte del cerebro del ratón al péptido NMB. Además, los animales comenzaron a estornudar a pesar de que no habían estado expuestos a capsaicina, histamina u otros alérgenos.
Debido a que muchos virus y otros patógenos, incluida la mayoría de los rinovirus humanos y coronavirus como el MERS y el SARS-CoV-2, se transmiten en parte por aerosol, Liu dijo que podría ser posible limitar la propagación de esos patógenos dirigiéndose al NMB o su receptor para limitar los estornudos en aquellos que se sabe que están infectados.
“Un estornudo puede crear 20.000 gotitas que contienen virus que pueden permanecer en el aire hasta por 10 minutos”, explicó Liu. “Por el contrario, la tos produce cerca de 3.000 gotitas, o aproximadamente la misma cantidad que se produce al hablar durante unos minutos. Para prevenir futuros brotes virales y ayudar a tratar los estornudos patológicos causados por alérgenos, será importante comprender las vías que causan los estornudos para bloquearlos. Al identificar las neuronas que median el reflejo del estornudo, así como los neuropéptidos que activan estas neuronas, hemos descubierto dianas que podrían conducir a tratamientos para los estornudos patológicos o estrategias para limitar la propagación de infecciones “, añade.
Y es que “comprender mejor qué nos hace estornudar, específicamente cómo se comportan las neuronas en respuesta a alérgenos y virus, puede apuntar a tratamientos capaces de ralentizar la propagación de enfermedades respiratorias infecciosas a través de los estornudos”, concluye el investigador principal del estudio.
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