Tribuna

Cambio de paradigma: «La salud no lo es todo, pero sin ella todo lo demás es nada»

«La organización territorial no tiene nada que ver con que existan 17 sanidades distintas», sostiene el senador Antonio Alarcó

«La palabra ‘‘gratuita’’ debe desaparecer del sistema y del vocabulario sanitario»
«La palabra ‘‘gratuita’’ debe desaparecer del sistema y del vocabulario sanitario»Jesús Gómez FeriaJesús G. Feria

Hace unos días tuve el honor de ser invitado al Executive Forum España, a un almuerzo-coloquio para reflexionar sobre la Sanidad y luego ser interpelado por una numerosa audiencia técnica con todo tipo de preguntas al respecto.

Cuento esto como introducción porque nos permitió exponer de forma amplia un diagnóstico de la Sanidad española, con sus debilidades, sus fortalezas y las soluciones que proponemos.

El título de este artículo es tomado prestado de Schopenhauer, porque define muy a las claras el valor de la salud y añado lo del cambio de paradigma, porque creemos que no es una obsesión, sino una obligación.

Me gustaría destacar en estos momentos que la Sanidad española es un éxito permanente y que hasta la fecha de la pandemia del Covid-19 era una constante y que ahora lo que más la podía definir es que es una Sanidad desbastada.

Antes del Covid-19, quien nos medía: Bloomberg, la Fundación Bill Gates, «The Lancet», etcétera. constataban que la Sanidad española estaba siempre entre «las tres mejores del mundo» y además teníamos el mayor estado de bienestar y como resultado teníamos «el país más sano del mundo».

Todo esto para construirlo y mantenerlo precisa de un cambio de paradigma claro y constante que es de obligado cumplimiento, no como una moda, sino como una necesidad ineludible del sistema. Este tren va despacio, pero hay que cogerlo con valentía para poder seguir haciendo lo que hay que hacer, la evidencia científica y que sea equitativa y sostenible.

Que una vida no tiene precio (concepto moral de todo bien nacido) es cierto, pero la Sanidad tiene un coste y es limitado. «No puede haber de todo para todos en todo momento» porque es falso. Habrá que hacer un «Pacto por la Sanidad» que garantice una cartera de servicios universal.

El principio constitucional de que en España hay 17 comunidades y dos ciudadades autónomas (Ceuta y Melilla) no tiene nada que ver con que existan 17 sanidades distintas, porque es falso y, además, es insostenible.

Por cierto, el modelo de la Sanidad española ya definido por el Tratado de Lisboa que se sigue en toda la Unión Europea (UE) y del que fuimos signatarios, dice claramente que la Sanidad en los países signatarios de Maastricht (modificación de Ámsterdam y Tratado de Lisboa) será de financiación pública y provisión de servicio libre: «que lo haga quien mejor lo haga con un sistema de acreditación europeo».

También parece oportuno recordar que la palabra «gratuita» debe desaparecer del sistema y del vocabulario sanitario, porque, a parte de no ser verdad –ya que es de financiación pública y pagada con impuestos–, engendra una demanda infinita e inabarcable.

Luego, el modelo está claro, hay que cuidarlo porque si no se nos «gripa», también hay que recordar que la salud es un «derecho» sólo en el 20% de la población mundial, lo que nos tiene que hacer valorar este bien tan preciado que pertenece a todos los que vivimos en España de todas las ideologías.

Defender la salud debe ser un compromiso de todos. No es un gasto, es una inversión productiva y además la salud es una condición necesaria también para un buen funcionamiento de la economía.

Es importante recordar de forma contundente que «el coste de la no salud es inadmisible».

Dentro de este cambio de paradigma que es obligatorio, es necesaria la aplicación de «One Health» donde la salud humana, animal y del medio ambiente estén juntas.

Uno de cada tres españoles tiene 60 años o más, luego es imprescindible un cambio efectivo intergeneracional que, agravado por la nula natalidad, permita de forma evidente asegurar el principio de que todas las edades del hombre sean protegidas por igualy que no tenga sentido «jubilar el talento». No lo hace ningún país serio y España sí con un precio social incalculable.

No tiene sentido que habiendo ganado 15 años a la vida en los últimos 30, en este país sea la jubilación una obligación cuando tiene que ser un derecho intocable pero no una obligación ineludible. Hoy la edad es lo que es, pero de lo que tenemos que hablar es de «fragilidad» en donde la edad es un ítem entre siete variables más. Por eso, uno puede tener 80 años y tener menos fragilidad que uno de 40 años. Ojo al cambio de paradigma que también es clave.

La genómica, la medicina personalizada y de precisión es de obligado cumplimiento para hacer medicina de la evidencia: hospitales con personalidad jurídica propia, cartera de servicios y unidades de referencia (CSUR), así como evitar duplicaciones innecesarias.

Es imprescindible hoy una ley orgánica de pandemia, con un artículo único para tener armas legales y así controlar el Covid-19 que sigue sin control efectivo.

En definitiva, un tratamiento correcto de la natalidad, la longevidad, las listas de espera, la soledad involuntaria, la reconstrucción psicológica, así como una corrección de las interinidades injustas, de los sanitarios, los trabajos de riesgo, el Covid-19 como enfermedad profesional y una absoluta necesidad de una ley de cuidados paliativos son temas a cambiar para seguir siendo un gran país. Donde la palabra «nación» será una idea de fuerza permanente que ha conseguido que seamos 27 años seguidos los primeros en donación y trasplantes (ONT) y sea el factor de cohesión interterritorial y social más importante de la democracia española.