Cáncer
La voz de Luz Casal es un bosque de pájaros blancos: lo mismo tiene recovecos oscuros, como claridad suficiente para encontrar una salida. Es un faro de guía, un bálsamo al que la gente recurre para aclarar sus males. Es cierto que no acaba con ellos, pero sí los calma a golpe de calidez. Cuando rasga su garganta, también lo hace por todas aquellas personas que hoy luchan contra el cáncer de mama, por su familia, por sí misma. Su palabra es un mensaje insurgente con voz de mujer y entrañas de hombre, una transparencia imparable que convierte en bello lo natural y una sabiduría arrolladora que templa miradas desilusionadas. Ella habla desde lo más profundo, desde el dolor convertido en brújula. Y lo hace por el mismo motivo que canta: para sanar sus dudas, que en definitiva son las mismas que las de cualquiera. De ahí, que la primera pregunta esté clara: ¿Vencer al cáncer es vencer al miedo? “Llevar en la cara reflejado lo mal que lo estás pasando no es lo mejor. El miedo es un lastre”, responde rotunda Luz.
Ha luchado contra la “bicha” en dos ocasiones, le ha cantado al desamor cientos de veces y ha dado coherencia a todos sus actos desde bien pequeña. Lo ha hecho a través de la música, aquella a la que se hizo adicta a los once años y de la que no ha podido separarse desde entonces. La vida, en el fondo, es algo parecido. Porque tanto una como otra son una carrera en la que no existe la posibilidad de dar marcha atrás. “La primera persona que perdí fue a mi abuela. Eso te da una lección muy importante. Yo siempre digo que la enfermedad es un episodio más de la vida. Es como el amor, pocas son las personas que tienen uno solo. Tenemos que aprender que conforme crecemos más expuestos estamos a la enfermedad”, recuerda la cantante. Por eso, en su décimocuarto disco, “Que corra el aire”, incita a vivir el ahora y a seguir hacia adelante. Y, por ello, sonríe, provoca, escucha. Luz absorbe cada gota de energía que la científica María Blasco proyecta en los 53 minutos que ha durado su encuentro, previsto en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Trenzan sus voces, completan sus conocimientos. Y, sobre todo, convierten en esperanza todo lo que sus corazones llevan a sus bocas.
“El cáncer, si se detecta a tiempo, puede curarse con una simple cirugía”, explica María, que insiste en la importancia de las revisiones y la prevención. “Todo lo que sea mejorar en la detección precoz es importante. Eso ayudará a disminuir la incidencia de la enfermedad. El cáncer va asociado a la vida: envejecemos y nuestras células pueden sufrir alternaciones que den lugar a un tumor”. Algo que Luz comparte. “Hay que tomar conciencia de la situación. Se tiene incertidumbre, pero el dolor no se acaba. Cuanto más conocimiento tienes, más tranquilidad sientes”. Con esta idea de partida, ambas mantienen su conciencia social entrenada, su inteligencia discursiva activada y su verdad desprejuiciada preparada. No gastan en focos, laca o purpurina, sino que derrochan sentimientos y algunas ideas, todo aquello que la gente que se enfrenta a la enfermedad necesita. Reivindican la prevención, la investigación, la cura. Pero, ante todo, exigen comprensión. “Es muy importante que los médicos expliquen a sus pacientes lo que les pasa, así como todas las opciones terapéuticas de las que disponen. La información siempre va contra la oscuridad, contra los temores. Es esencial comunicar que hacemos todo lo posible para dar con el tratamiento más adecuado”, reivindica María.
Así, sin etiquetas y con denominación de origen, Casal y Blasco desafían a la ciencia, a la religión, a la política, a la economía, a la cultura. Han decidido iniciar una cruzada para buscar la solución definitiva al mal que tantas lágrimas desata y que tantas frustraciones genera. Y así, poco a poco, la música coherente de sus palabras consigue penetrar en el subconsciente de las personas, dando luz a cada uno de sus miedos: porque una cosa es que el cáncer pueda convertirlas en seres frágiles y otra bien distinta, en débiles. “Cuando caí enferma noté un cierto estigma. Era como si me hubiera convertido en una persona menos interesante”, relata la intérprete de “Besaré el suelo” o “¿Por qué no vuelves amor?”. “Es como si ahora cantara peor y para nada es así. De hecho, al contrario, lo hago un poco mejor por todo lo que he aprendido durante estos años”.
– M. B. ¿Crees que hubiese sido distinto si hubieras tenido un ictus?
– L.C. Seguro
– M.B. ¿Tiene más estigma que otra enfermedad?
– L.C. Sí
El objetivo principal de la investigación ahora mismo es ampliar el conocimiento de cada uno de los tumores que se detectan: cuanto más se sepa de ellos, más opciones terapéuticas se pueden desarrollar. “Eso nos permite diseñar sesiones de quimioterapia personalizadas o tratamientos con inmunoterapia”, explica la científica especializada en los telómeros y la telomerasa. En cambio, hay otros tumores, como los triple negativos, de los que no se ha encontrado ningún talón de Aquiles. “Los tumores más curables son aquellos que mejor entendemos”, añade. De ahí, la importancia de la investigación. A pesar, eso sí, de los recortes. “Un país que no invierte en investigación es un país que no invierte en su futuro. Aquí tenemos centros de élite, en los que se practican tantos ensayos clínicos como en las primeras potencias. Eso también es Marca España y hay que potenciarlo”. Luz, en ese sentido, siempre lo ha tenido claro. “Yo jamás pensé en tratarme fuera de aquí. He tenido la seguridad suficiente para quedarme”, concluye con la satisfacción de quien no ha dejado de luchar en ningún momento. Se ha hecho más fuerte, pero también se ha reafirmado en sus creencias. “Saber que tenemos un final es importante, pero da miedo decirlo. La realidad es que nacemos, crecemos y morimos. Hay que intentar relativizar esta situación”.