Salud

La presencialidad laboral dispara el estrés hasta el 40% y resiente la salud física

Dos de cada cinco españoles sufren ansiedad por el regreso físico a la oficina

Septiembre ha supuesto un punto de inflexión en la vuelta mayoritaria al trabajo presencial en la oficina
Septiembre ha supuesto un punto de inflexión en la vuelta mayoritaria al trabajo presencial en la oficinaCristina BejaranoLa Razón

El mes de septiembre suele ser sinónimo de vuelta a la rutina, pero en esta ocasión ha significado para muchos, también, el regreso presencial a la oficina después de más de un año y medio de teletrabajo. De hecho, tres de cada cuatro profesionales en España trabaja de forma 100% presencial, mientras que el resto continúa desempeñando sus tareas en remoto, según un informe publicado esta semana por InfoJobs. De entre los profesionales que estaban teletrabajando hasta la fecha, el 13% ya ha vuelto al modelo presencial en las últimas dos semanas.

Ese temido retorno está dejando huella en la salud, ya que dos de cada cinco personas sienten ansiedad por tener que incorporarse presencialmente a su puesto de trabajo, mientras que más de la mitad (54%) afirma que su estrés es mayor, según una encuesta realizada por la plataforma de bienestar Ekilu. «La vuelta presencial genera estrés a la mayoría porque supone un cambio en nuestras rutinas que se habían perpetuado durante más de un año, pero como todavía es algo que no se ha generalizado, empezaremos a notarlo en la consulta más adelante», explica Sandra Rodríguez de Torres, psicóloga clínica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. La experta recuerda que «lo que va a marcar la diferencia será la capacidad de cada uno de hacer frente a ese estrés, ya que si no tenemos los recursos suficientes para afrontarlo y se prolonga en el tiempo puede afectar de manera más grave a la salud mental, dando lugar a ansiedad crónica, depresión, aumento de la irritabilidad, problemas de insomnio...».

Teletrabajo
TeletrabajoAntonio Cruz

Volver físicamente a la oficina implica, además, usar de nuevo el transporte público o a quedarse atrapado en un atasco, lo que supone «una frustrante sensación de pérdida de tiempo que ya no controlamos y de gasto de dinero que puede derivar en mayor nerviosismo, además de incrementar la idea de inseguridad y el miedo por el contagio», añade Alfonso Meneses, profesor de la Facultad de Enfermería de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Enfermería del Trabajo, quien hace hincapié en que «esa pérdida de tiempo por los traslados también puede suponer volver a renunciar a algunos buenos hábitos que se habían adquirido durante estos últimos meses, como dedicar más tiempo a cocinar de manera saludable o realizar deporte, mientras que ahora hay más riesgo de que comer fuera implique una ingesta más calórica o se abuse de refrescos y alimentos propios de las máquinas de vénding que suele haber en los lugares de trabajo».

Cómo afrontarlo

Para controlar la nueva situación de estrés que ha traído consigo septiembre, «debemos ser conscientes de que nos hará falta un tiempo de adaptación, programar la incorporación reajustando las obligaciones domésticas y familiares acorde a la nueva situación y recordar que el apoyo social es un factor de protección frente al estrés, por lo que hay que aprender a desahogarse, sabiendo que ahora es normal tener un cierto malestar durante un tiempo, pero si esto se alarga, resulta necesario consultar con un especialista», aconseja Rodríguez de Torres.

Pero no todo es negativo, ya que al regresar a la oficina «es probable que mejoren las condiciones de trabajo, especialmente las ergonómicas, que repercuten en una menor prevalencia de las dolencias musculoesqueléticas, además de que con el teletrabajo suele reducirse el número de pausas y aumenta el tiempo de horas pasadas frente a la pantalla», asegura Mª Teofila Vicente, miembro de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (Aeemt). Y no solo eso, ya que los especialistas coinciden en afirmar que «el efecto más positivo de regresar físicamente es que así volvemos a socializar y a compartir vivencias de un modo personal, un aspecto que resulta necesario y muy beneficioso para la salud mental, excepto cuando existan problemas previos que creen un ambiente muy incómodo y agobiante para el trabajador», asegura Meneses.