Las heces de los bebés tienen más microplásticos que las de los adultos

Vivimos rodeados de microplásticos (piezas de plástico de menos de cinco mm de tamaño). Están presentes en todas partes, en el polvo de interiores, en alimentos, en agua embotella... De hecho, se estima que comemos e inhalamos 121.000 microplásticos al año. Ahora, un nuevo estudio, publicado en “Environmental Science & Technology Letters” de la Sociedad Química Americana y revisado por pares, concluye que las heces de los bebés tienen mayores cantidades de un tipo de microplástico que los adultos.

Se sabe poco sobre la magnitud de la exposición humana a los microplásticos o sus efectos sobre la salud. Aunque alguna vez se pensó que los microplásticos pasaban inofensivamente a través del tracto gastrointestinal y salían del cuerpo, estudios recientes sugieren que las piezas más pequeñas pueden atravesar las membranas celulares y entrar en la circulación. En células y animales de laboratorio, la exposición a microplásticos puede causar muerte celular, inflamación y trastornos metabólicos. Kurunthachalam Kannan, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, y sus colegas querían evaluar la exposición humana a dos microplásticos comunes, el tereftalato de polietileno (PET) y el policarbonato (PC), midiendo los niveles en heces de bebés y adultos.

Los investigadores utilizaron espectrometría de masas para determinar las concentraciones de microplásticos del polímero PET y del PC en seis muestras de heces de lactantes y diez de adultos recogidas en el estado de Nueva York, así como en tres muestras de meconio (las primeras heces de un recién nacido).

Todas las muestras contenían al menos un tipo de microplástico. Aunque los niveles promedio de microplásticos de PC fecal fueron similares entre adultos y bebés, las heces de los bebés contenían, de promedio, unas concentraciones de PET más de 10 veces más altas que las de los adultos.

Los bebés podrían estar expuestos a niveles más altos de microplásticos a través del uso extensivo de productos como biberones, mordedores y juguetes, dicen los investigadores. Sin embargo, señalan que se necesitan estudios más amplios para corroborar estos hallazgos.