Opinión
Hay que evitar la «pingdemia»
Los británicos denominaron «pingdemia», el pasado verano, a la situación caótica que se produjo como consecuencia de las cuarentenas a las que se obligó no sólo a los positivos de covid, en su versión Delta, sino también a quienes habían estado con un contagiado en un comercio, autobús, restaurante u otro lugar. El resultado fue el colapso de muchos servicios, las colas en las gasolineras y las estanterías semivacías de los supermercados, que con incredulidad tuvimos oportunidad de ver por TV.
El motivo de aquello fue que, debido a las cuarentenas, la gente dejaba de ir a trabajar, pese a que muchos de ellos no estaban infectados, pues simplemente habían coincidido con el positivo en el lugar detectado por los geolocalizadores digitales.
Johnson tuvo que sustituir aquella política por otra más laxa para evitar un caos que, en esta ocasión, no estaba producido por el virus sino por las medidas políticas aprobadas para combatirlo. Medidas que, a veces, agravan la situación. Algo que estamos acostumbrados a ver en esta pandemia con demasiada frecuencia. Por desgracia.
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