Opinión

El derecho de las personas mayores a recibir cuidados

Enfermería, como disciplina científica, resulta clave en el desarrollo de estrategias de Salud Pública

Los cuidados comienzan con la prevención y finalizan con el acompañamiento durante todo el proceso vital
Los cuidados comienzan con la prevención y finalizan con el acompañamiento durante todo el proceso vitalDreamstimeDreamstime

Desde mediados del siglo XX se ha evidenciado un crecimiento exponencial de la esperanza de vida, constituyendo un patrón clave en la pirámide demográfica de los países occidentales. Este hecho representa un reto para los sistemas sanitarios y sociales, que progresivamente deben transformarse en modelos asistenciales sociosanitarios y capacitarse para dar una respuesta integral a las necesidades físicas, sociales y mentales de las personas mayores. Se trata de responder al modelo de «envejecimiento activo y saludable» adoptado por la OMS a finales de los años 90 del siglo pasado, que implica poner en marcha programas de Salud Pública para garantizar una atención sociosanitaria que proporcione la protección adecuada, la seguridad y los cuidados personalizados que la persona requiera en cada momento.

En este contexto, Enfermería, como disciplina científica responsable del cuidado de la salud de las personas, juega un papel clave en el desarrollo de estrategias de Salud Pública multidisciplinares encaminadas a fomentar ese «envejecimiento activo y saludable» al que hago referencia, tanto de las personas dependientes y enfermas, como las que están sanas y activas para procurar que sigan siéndolo el mayor tiempo posible.

Ello es así porque el Cuidado –con mayúscula– es una cuestión nuclear para una atención centrada en las personas. Cuidar implica gestionar de forma global y personalizada los proyectos vitales de las personas, en este caso, de las personas mayores. Cuidar va más allá de realizar tareas asistenciales. Cuidar significa apoyarles para que vivan con plenitud, tomando sus propias decisiones, y a que desarrollen su vida de la mejor manera posible desde el plano físico, psicológico, emocional, social e incluso espiritual, para contribuir a su plenitud como personas. Siempre, en consonancia con su entorno familiar, social, cultural y afectivo. Y este cuidado profesional, planificado, individualizado e integral es un derecho que deben recibir todas las personas, especialmente las más vulnerables y complejas, entre las que se encuentran en gran parte las personas mayores.

Para lograr el éxito en este «envejecimiento activo y saludable» hay que tener en cuenta otra variable que a menudo se «olvida». La prevención de la dependencia cuya prevalencia sí podemos disminuir en alguna medida. Muchos de los problemas de salud suelen estar motivados por enfermedades crónicas, pero lo que obviamos es que es posible prevenir o retrasar muchas de ellas con hábitos saludables, de tal manera que las personas mayores que ya sufren algún deterioro de sus capacidades retrasen su evolución con los cuidados preventivos adecuados y continuos.

Para empezar, es clave el papel de la atención primaria y comunitaria donde el rol de la enfermera es fundamental. Al tiempo, que resulta primordial contar con las enfermeras especialistas en Geriatría, especialmente en la atención de los mayores más frágiles y de edad avanzada, en todos los niveles sociosanitarios, liderando los cuidados de estos de forma escalonada a las diferentes situaciones de enfermedad o necesidad, con independencia de su grado de complejidad. Una vez más insisto en la necesidad de su plena implantación en todos los centros públicos, privados y concertados que corresponde. Ello incluye las residencias que, de una vez por todas, deben concebirse como centros donde también viven «pacientes» y no solo «residentes», por lo que sus cuidados hay que afrontarlos con equipos profesionales especializados y adecuadamente dimensionados, sin olvidar prestar esta misma atención a los mayores en sus domicilios.

En definitiva, y a la luz de los hechos, es evidente la necesidad de transformar nuestro sistema de salud basado en un modelo «curativo y de agudos» para migrar hacia un sistema sociosanitario que contemple el bienestar de todos, pero haciendo hincapié en un segmento cada vez más mayoritario de la población, como es el de las personas mayores, que tienen el derecho de recibir cuidados profesionales e individualizados para lograr un «envejecimiento activo y saludable». Ello requiere superar los obstáculos legales, sociales y estructurales que protejan y garanticen este derecho. Afrontar este reto con éxito requiere del concurso de la profesión enfermera como garante de cuidados integrales basados en la evidencia científica humanista. Unos cuidados que comienzan con la prevención y finalizan con el acompañamiento durante todo el proceso vital garantizando siempre la seguridad, la calidad y la humanidad del cuidado. Porque es su derecho y nuestra obligación como sociedad.