Probióticos
Los estudios avanzan nuevos posibles usos de los probióticos
Se ha planteado utilizar cepas para tratar la gastroenteritis o los trastornos de humor
Las sucesivas investigaciones que a lo largo de los años se han llevado a cabo con los probióticos han demostrado sus efectos positivos sobre muchos aspectos muy distintos relacionados con el cuidado de la salud. Sus beneficios sobre la microbiota intestinal son los más conocidos pero esta tiene conexiones con muchos otros órganos de nuestro organismo por lo que sus virtudes trascienden a esta parte del cuerpo.
«Teniendo en cuenta que la microbiota lleva a cabo funciones muy diferentes y que con los probióticos se modula la composición de esta microbiota, las posibilidades son enormes», Olalla Otero, miembro del equipo científico-técnico de Nutribiótica. La microbiota es importante para digerir alimentos, protegernos de patógenos, entrenar a nuestro sistema inmunitario o, incluso, para mediar la comunicación entre el intestino y el cerebro. «Por lo tanto -explica-, se ha planteado el uso de cepas probióticas específicas para problemas tan diferentes como las gastroenteritis y los trastornos de humor, por poner algunos ejemplos».
Desde hace unos años está suscitando mucho interés la bacteria Akkermasia muciniphila que vive en el moco intestinal y «parece de utilidad en trastornos metabólicos como la obesidad. Sin embargo, por ahora solo está autorizado su uso como parabiótico (es decir, inactivado o muerto)», detalla.
De hecho, la Federación Española de Diabetes se ha hecho eco el pasado mes de de diciembre de una investigación de la Universidad de Medicina de Pekín (China) publicada en el «Journal of Translational Medicine», que afirma que el consumo de probióticos podría mejorar la salud metabólica en personas con prediabetes, si bien los investigadores se muestran cautos tras los resultados del estudio porque quieren ampliar la muestra para sacar conclusiones completamente fiables.
En los siete estudios que realizaron, los resultados demuestran que los probióticos producen grandes beneficios en las personas con riesgo de padecer diabetes, mejorando la sensibilidad a la insulina, los niveles de hemoglobina A1C, el colesterol y los triglicéridos. Además, promueven la secreción de un péptido encargado de la disminución de los niveles de glucosa en sangre.
El uso de probióticos para el cuidado de la piel es un gran ejemplo que demuestra sus aplicaciones extraintestinales. «Por un lado, cuenta con su propia microbiota, la dermobiota. Y, por otro, se ha descrito un eje microbiota-intestino-piel, por el cual nuestros microbios intestinales y las sustancias que producen afectan también a la salud de la epidermis», explica Otero.
Aunque los alimentos fermentados pueden contener microorganismos vivos, no se consideran probióticos según los expertos. Para hablar de probióticos los productos deben cumplir una serie de requisitos: contener una cantidad mínima de microorganismos vivos, saber exactamente qué microorganismos son y que hayan demostrado un beneficio para la salud. «Para emplearlos con un fin terapéutico hay que seleccionar cepas específicas que suelen encontrarse en suplementos, más que en alimentos», señala Otero.
Esta incoporación de nuevas cepas debe ir acompañada de unos criterios de seguridad que asegure que son aptas para el consumo humano. Un grupo de científicos de la industria y la administración reunidos dentro del Grupo de Expertos en Probióticos de la Farmacopea de los Estados Unidos acaba de publicar una serie de criterios científicos para este fin en en la revista científica «Regulatory Toxicology and Pharmacology».
Mary Ellen Sanders, responsable científica ejecutiva de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (Isapp) y coautora del documento, ha señalado que «la situación actual, en la que distintos países tienen criterios diferentess para demostrar la seguridad de la misma cepa probiótica, no es ideal». Por eso, este documento aboga por un enfoque normativo más armonizado, basado en principios científicos sólidos.
Otero insiste en que «para que un microorganismo pueda emplearse para el consumo humano debe pasar unos controles exhaustivos que demuestren su seguridad». «Los probióticos que se comercializan son totalmente seguros. Cuando un microorganismo genera dudas solo se autoriza su uso como parabiótico», afirma.
En cualquier caso, insiste en que aunque los probióticos son complementos alimenticios y de venta libre, siempre es recomendable que sea un profesional de la salud actualizado el que recomiende cuál emplear en cada caso. «Si no se elige correctamente la cepa probiótica adecuada podemos no lograr el efecto deseado».
Claves
- Los probióticos son microorganismos vivos que ingeridos por los humanos en las cantidades adecuadas confieren una serie de beneficios para la salud, mientras que los prebióticos son «su alimento».
- Los prebióticos son algunos componentes de los alimentos, como la fibra fermentable, que es aprovechada por la microbiota. Favorecen la producción de sustancias que tienen un efecto positivo sobre la salud.
- Probióticos y prebióticos son totalmente compatibles. Se complementan perfectamente porque mientras los probióticos aportan microorganismos beneficiosos, los prebióticos favorecen su crecimiento.
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