Aborto y democracia

Trece años después se avala constitucionalmente la Ley de salud sexual y reproductiva e interrupción voluntaria del embarazo de 2010, aunque desde febrero se conociera el sentido de la sentencia.

Esta sentencia sobre la Ley del aborto pasará a la historia por ser la que más se ha demorado en la vida del tribunal. Más de una década ha servido para demostrar que fue una ley segura y necesaria, y que no eran ciertas las nefastas profecías que sobre ella se hicieron en su día. Ya sabemos que las normas antiaborto no los reducen, ni detienen; lo único que consiguen es abocar la interrupción voluntaria del embarazo a la clandestinidad y hacerla peligrosa para la salud y la vida de las mujeres. Además, las leyes restrictivas o de prohibición son discriminatorias, porque las mujeres en situaciones socioeconómicas vulnerables son las que se ven más afectadas. Aquí, como en casi todo, quienes pueden permitírselo económicamente encuentran soluciones más seguras.

Los defensores las tesis antiderechos sexuales y reproductivos y antiaborto no representan la opinión de la mayoría de la ciudadanía., por más ruido que se genere con estos discursos. Pero es que, sin que sea novedad, la batalla ideológica se libra sobre el cuerpo de las mujeres, nuestros derechos y libertades. Lo vemos a lo largo y ancho de la geografía, y en cualquier momento histórico, cuando se dificultan los derechos y libertades de las mujeres y niñas, y en este capítulo son especialmente relevantes los derechos sexuales y reproductivos, esto tiene que ver con la discriminación y la desigualdad que sufren las mujeres y niñas, pero sobre todo con la debilidad de la garantía y la institucionalidad democrática de los países.