Entrevista

«Ahora el objetivo es cuidar el corazón de los supervivientes de cáncer»

Teresa López Fernández es responsable de la Unidad de Cardio-Oncología del Hospital Universitario La Paz de Madrid

Teresa López Fernández
Teresa López FernándezGONZALO PÉREZLA RAZÓN

Cuando hablamos de salud, cáncer y corazón van de la mano. De ello bien sabe la doctora Teresa López Fernández, fundadora del Grupo de Trabajo Español de Cardio-Oncología de la Sociedad Española de Cardiología y una de las máximas autoridades de nuestro país en esta materia.

¿Qué vinculación hay entre el cáncer y las enfermedades cardiovasculares?

Ambas patologías comparten los mismos factores de riesgo: hipertensión, diabetes, obesidad, sedentarismo, tabaco... Todo ello favorece la enfermedad cardiovascular y está detrás de algunos tipos de cáncer, pues el 40% de los tumores está relacionado con la presencia de factores de riesgo cardiovascular. Además, ambas tienen mecanismos fisiopatológicos parecidos y eso se traduce en que las personas con cáncer tengan más riesgo de una patología cardiovascular y que los pacientes con problemas coronarios presenten más riesgo de desarrollar cáncer que la población general.

Sumado al impacto de los fármacos antitumorales...

Sí. Muchos tratamientos tienen una toxicidad asociada e impactan en el sistema cardiovascular, llegando a producir deterioro en la fuerza del corazón, favoreciendo la hipertensión arterial, la insuficiencia renal, etc. Todo ello aumento el riesgo cardiovascular.

¿Cómo es el abordaje de estos pacientes?

El abordaje multidisciplinar resulta absolutamente clave. El objetivo de las estrategias de cardio-oncología es que los pacientes logren completar el tratamiento oncológico para que su pronóstico sea mejor, intentando minimizar los efectos adversos y sin que la patología cardiovascular suponga un impedimento para ello.

¿Qué estrategias se siguen?

Lo primero que se hace es evaluar de forma coordinada y a través de escalas cuál es el riesgo teórico de que un paciente con cáncer desarrolle toxicidad cardiovascular. En función de eso se busca el tratamiento oncológico más adecuado. Si es un paciente de alto riesgo, entonces establecemos protocolos de vigilancia activa con pruebas específicas y un control conjunto de cardiólogos y oncólogos.

¿Estas unidades están bien desarrolladas en nuestro país?

Son unidades muy necesarias y que aportan grandes ventajas, como la conexión y fluidez entre los equipos de Cardiología, Oncología o Hematología. Esta coordinación permite avanzar juntos centrados en la salud global del paciente. Y eso salva vidas, porque se ha visto que si los pacientes de riesgo se tratan en unidades específicas, el 90% puede recibir el tratamiento oncológico oportuno sin grandes descompensaciones para su salud cardiovascular. Esto es clave. Por suerte, cada vez hay más unidades en nuestro país, aunque algunas siguen siendo deficitarias en los centros más pequeños.

¿Qué avances hay en la prevención de la cardiotoxicidad?

La mayoría de las estrategias de prevención están enfocadas a reducir la insuficiencia cardíaca. Se ha visto que los fármacos más clásicos nos permiten prevenir la pérdida de fuerza del corazón relacionada con los tratamientos antitumorales. Pero hay mucha investigación en marcha para entender cómo fármacos como los inhibidores de SGLT2, los agonistas GLP1 o las estatinas, que usamos para tratar el colesterol, pueden prevenir los efectos adversos de los antitumorales.

¿Qué ventajas aporta el icosapento de etilo?

Los tratamientos oncológicos avanzan a mucha velocidad y uno de los problemas actuales es que aumentan el riesgo ateroesclerótico, es decir, de sufrir problemas en las arterias del cuerpo. Esto está mediado tanto por un efecto directo de los fármacos antitumorales como por un aumento de la inflamación y un peor control del riesgo cardiovascular. En este contexto, el icosapento de etilo es un fármaco que ha demostrado muchos beneficios: tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, lo que contribuye a reducir la progresión de la aterosclerosis, reduce los niveles de triglicéridos y no tiene interacciones medicamentosas con los tratamientos oncológicos.

¿Por qué es tan importante implementar medidas de prevención y seguimiento personalizado en riesgo cardiovascular?

En cardio-oncología, la prevención y el seguimiento personalizado son esenciales para reducir complicaciones cardiovasculares. Según el registro Cardiotox, desarrollar insuficiencia cardiaca durante el tratamiento oncológico multiplica por diez el riesgo de mortalidad. Identificar precozmente a los pacientes con mayor riesgo y aplicar estrategias preventivas adaptadas puede marcar la diferencia en su pronóstico.

¿Cómo vislumbra el futuro de esta especialidad?

Ahora mismo el foco principal está en mejorar la salud cardiovascular de los supervivientes de cáncer una vez que pasan la fase aguda de la enfermedad. Para ello necesitamos programas nacionales con el objetivo de ser capaces de hacer un cuidado integral de esas personas. Ahí entran oncólogos, cardiólogos, enfermeras, atención primaria... Por suerte, en España las sociedades científicas implicadas están muy concienciadas de esta necesidad.