Alimentación

Así es la dieta atlántica que logra reducir la obesidad y el colesterol

El patrón de alimentación propio de Galicia tiene grandes ventajas para la salud

La OMS define la "dieta sana"
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Cuando hablamos de alimentación, la sabiduría popular cobra una especial importancia, tradiciones que, con el paso de las décadas, ahora se avalan con datos científicos. Y tal y como están las tasas de obesidad en nuestro país, sobre todo las infantiles, más vale recuperarlas. Es lo que ocurre precisamente con la dieta atlántica, un patrón de alimentación propio de Galicia que alarga la vida, reduce los niveles de colesterol y disminuye el índice de masa corporal tanto en adultos como en niños.

Así lo confirma el estudio científico Galiat, liderado por Rosaura Leis, presidenta de la Fundación Española de la Nutrición y presidenta del Comité Científico de la Fundación Dieta Atlántica de la Universidad de Santiago de Compostela. «La recuperación de la dieta atlántica, basada en cereales integrales, frutas, verduras, lácteos dos veces al día, así como legumbres y pescados al menos tres o cuatro veces a la semana, acompañada de una buena actividad física, ha demostrado que es capaz de mejorar los niveles de colesterol, reducir el riesgo cardiovascular, disminuir los indicadores de sobrepeso al mejorar el perfil lipídico y de adiposidad y, además, logra modificar el estilo de vida hacia patrones más saludables», detalla Leis.

Ese cambio de patrón resulta clave cuando nos enfrentamos a tasas de obesidad infantil disparadas, ya que, tal y como apunta Leis, «el hecho de acostumbrar a los menores a consumir más pescados y acompañarlos de verduras y hortalizas de forma rutinaria desde que son niños permitirá que mantengan esas prioridades en su edad adulta, consolidando unos hábitos que son muy beneficiosos para la salud».

En concreto, la dieta atlántica se caracteriza porque «recomienda un consumo abundante de vegetales (verduras, hortalizas, frutas, frutos secos, legumbres, patatas), así como de pescados y mariscos, sin olvidar los lácteos. Sin embargo, aboga por un consumo moderado de carnes (caza, aves, cerdo y vacuno)», explica María González, presidenta del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Galicia (Codinugal) y miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.

Y si lo que incluimos en el menú resulta determinante, también lo es la forma de cocinarlo, ya que, tal y como recuerda Leis, «se apuesta por recetas hervidas o al vapor, evitando las frituras». «Este patrón promueve las preparaciones culinarias sencillas, manteniendo el auténtico sabor del producto y la calidad nutricional del mismo, dando prioridad a los alimentos de temporada y de cercanía, y empleando el aceite de oliva para aliñar y cocinar», detalla Almudena Seijido, vocal del Codinugal.

Diferencia mediterránea

Aunque la dieta mediterránea es la dominante en nuestro país y la evidencia científica sobre sus ventajas son cuantiosas, lo cierto es que ambas opciones comparten grandes similitudes. «En la atlántica podemos observar que se le da prioridad a determinados alimentos, como los pescados, mariscos, carnes rojas (aunque en menor proporción que el pescado), lácteos, patatas, algas y castañas, típicos de la zona atlántica de donde procede. Sin embargo, deja un poco ‘‘en el olvido” al huevo, un producto de excelente calidad nutricional», advierte González.

Además de un menú saludable que permite a los menores reducir el consumo de productos ultraprocesados y azúcares en exceso, abogar por la dieta atlántica también tiene consecuencias positivas para el medio ambiente, «ya que se trata de un patrón de alimentación basado en los productos de cercanía y de temporada, por lo que tienen escasa huella hídrica y medioambiental», recuerda Leis.