
Salud
Aurelio Rojas, cardiólogo: "Comer poca sal puede ser igual o más perjudicial que un exceso moderado y otras verdades que desconocemos"
El especialista en salud cardiovascular desmonta los tres mitos más repetidos en España sobre la sal o los productos light

Las frases de siempre —"hay que comer menos sal", "hacer cinco comidas diarias", "elegir productos light"— parecen consejos sencillos para cuidarnos. Pero hoy, los especialistas advierten de que no todas estas reglas mejoran la salud, algunas incluso hacen lo contrario. Son falsos mitos sobre la alimentación y la nutrición que pueden perjudicarnos.
"Hay recomendaciones para mejorar nuestra salud que hemos escuchado toda la vida, pero cuando los analizas desde la ciencia actual, resulta que no son tan saludables como creíamos", afirma el cardiólogo Aurelio Rojas. "Por eso, como médico, hoy quiero hablar de tres consejos clásicos que pueden no ser lo mejor para ti".
El especialista comenta que incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha respaldado durante años muchas de estas ideas. Sin embargo, el paso del tiempo ha traído consigo investigaciones más precisas que buscan alargar y mejorar nuestra salud. Con estos nuevos hallazgos, surgen conclusiones sorprendentes que nos invitan a cuestionar hábitos que antes tomábamos por indiscutibles.
El doctor Aurelio Rojas, ha compartido a través de su perfil de Instagram (@doctorrojass) tres recomendaciones muy comunes que él invita a cuestionar.
1. Reducir la sal al mínimo

Tradicionalmente, la OMS recomienda no superar los 5 gramos de sal al día. De manera reciente, incluso recomendó suprimirla totalmente de la dieta. Sin embargo, estudios científicos recientes muestran una curva en U: esto significa que muy poca sal puede ser tan dañina como pasarse con ella.
El cardiólogo advierte que "si eliminas demasiada sal, también se aumenta el riesgo de problemas de corazón, especialmente si haces deporte o llevas una vida activa". Además, distintos estudios sugieren que en caso de padecer insuficiencia cardíaca lo mejor puede ser no dejar la sal.
Y para los pacientes con hipertensión, un truco podría ser comenzar a consumir alternativas como la sal enriquecida con potasio y bajo contenido en socio. Por supuesto, cada caso personal debe consultarse con el médico habitual.
La clave, añade Aurelio Rojas, está en diferenciar entre la sal de mesa y el sodio oculto en ultraprocesados: "Probablemente el verdadero enemigo no es la sal del salero, sino la que no ves: la que viene en productos industriales". Si los alimentos que compramos tiene mucha sal y además añadimos la del salero, este exceso puede ser muy perjudicial, aumentando el riesgo de problemas cardiovasculares.
2. Productos bajos en grasa, no siempre más sanos

Las grasas no son tan malas y, quizás, se las ha demonizado demasiado. Eso ha conllevado que los estantes de los supermercados estén repletos de productos bajos en grasa o "light", que en realidad compensan la pérdida de grasa con más azúcar, almidones o aditivos.
Aurelio Rojas señala que necesitamos a las grasas para que el organismo funcione de manera correcta. Son nuestra fuente de energía, ayudan a absorber las vitaminas y son importantes para mantener fuerte la estructura celular.
El cardiólogo señala que investigaciones científicas recientes apuntan en la misma dirección: estudios como los de Mozaffarian (JAMA, 2015) y Schwingshackl (Am J Clin Nutr, 2017) confirman que las grasas saludables, presentes en el aceite de oliva, los frutos secos o el pescado azul, no solo no perjudican, sino que contribuyen a proteger el corazón y el cerebro.
3. Lo de comer cinco veces al día

Durante años se ha repetido que lo mejor para "activar el metabolismo" era repartir la alimentación en cinco comidas al día. Sin embargo, las investigaciones más recientes ponen en duda esta recomendación e, incluso, van más encaminadas al recomendar el ayuno intermitente.
De hecho, Rojas advierte que "comer constantemente genera más picos de glucosa, más insulina y más inflamación, que hoy sabemos que es uno de los grandes causantes de la enfermedad del siglo XXI". Como alternativa, el ayuno intermitente se abre paso con fuerza: mejora la sensibilidad a la insulina, ayuda a reducir la inflamación y activa la autofagia, un mecanismo de limpieza celular que favorece la regeneración del organismo.
La conclusión es clara: no todo lo que creímos saludable realmente lo es. La ciencia avanza, y nuestras costumbres deben adaptarse. Revisar los hábitos a la luz de la evidencia actual es tan importante como una buena alimentación o la práctica regular de ejercicio.
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