Día Mundial

Sin avances en el abordaje de la salud mental en España

El nuevo Plan de Acción aprobado en abril por Sanidad queda en saco roto por falta de medidas concretas e inversión económica

Salud mental
Salud mentalTania NietoLA RAZÓN

Hoy, Día Mundial de la Salud Mental, resulta obligado hacer balance de uno de los problemas más graves que acechan a la sociedad. No es para menos, pues se estima que una de cada cuatro personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida en nuestro país, desarrollando la cara más grave hasta en el 3% de los casos, lo que equivale a más de un millón de personas.

Y el problema es acuciante entre los más jóvenes, ya que la depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento se encuentran entre las principales causas de enfermedad y discapacidad en los adolescentes, creciendo a pasos de gigante en los últimos cinco años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Con este escenario como telón de fondo, la ministra de Sanidad, Mónica García, se coronó el pasado mes de abril como adalid de la salud mental al presentar el Plan de Acción 2025-2027, un ambicioso proyecto que ha quedado en papel mojado apenas unos meses después ante la falta de medidas concretas.

«No se ha avanzado nada porque el plan no incluye ninguna acción concreta. Es muy teórico, con planteamientos muy demagógicos, pero sin contenido práctico», critica José Luis Carrasco, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos y presidente de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid (SPM). Por el momento, «solo se ha puesto en marcha la creación de un grupo de trabajo para la realización de un informe con propuestas que asesoren las vías posibles para el aumento de plazas. Es un primer paso demasiado tibio. Hay que hacer el esfuerzo de ser optimistas, porque por el momento no hemos visto ningún avance concreto», lamenta Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (Sepsm).

El otro supuesto gran avance es la concesión de unos fondos del Ministerio de Sanidad que han servido en algunas comunidades, como en Madrid, para contratar trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales dentro del marco del plan de prevención del suicidio. En concreto, el pasado mes de junio García volvió a llenarse la boca al destinar 39 millones de euros al Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027. «Es una cifra anecdótica, irrisoria, pues eso no permite avanzar y demuestra que este plan se ha quedado en un manifiesto puramente teórico e ideológico, un panfleto alejado de lo que ocurre en el mundo real de la atención sanitaria y con una intención propagandística. Haría falta aumentar el porcentaje del presupuesto de Sanidad para salud mental y, por supuesto, incrementar el índice de psiquiatras, psicólogos y enfermeras para dejar de estar a la cola de Europa», defiende Carrasco.

Una idea en la que también insiste Laura Armesto, psicóloga clínica del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla y presidenta de la Sociedad Española de Psicología Clínica (Anpir), quien hace hincapié en que «harían falta unas 480 nuevas plazas anuales de profesionales y ahora mismo hay poco más de 250, a pesar de que la demanda de estos servicios sigue creciendo muchísimo. Necesitamos indicadores específicos que nos permitan valorar la situación actual para poder responder con certezas. Lo que hay detrás de este Plan de Acción es un cambio de modelo y de paradigma que pretende modificar las prácticas asistenciales y organizativas. Eso se plasma muy fácil en un papel que emana del Ministerio, pero es imposible lograrlo en seis meses y sin recursos reales».

Radiografía de la salud mental
Radiografía de la salud mentalTania NietoLA RAZÓN

Trivializar la salud mental

Una de las cuestiones en la que también coinciden los expertos consultados por A TU SALUD es que este Plan de Acción trae consigo el peligro de trivializar la salud mental. «Este plan esconde lo que es verdaderamente la problemática de la salud mental compleja y grave, que es la que, además, más recursos exige y más estigma conlleva. Hay que poner el acento en la prevención y en la atención a los pacientes más complejos», apunta Álvaro Pico, psiquiatra y director médico de la Clínica Nuestra Señora de la Paz.

Tal y como matiza Díaz Marsá, «ahora se tiende a confundir el malestar cotidiano de la vida con los problemas de salud mental. Es importante educar a la población y entender que el sufrimiento forma parte de la vida y hay cuestiones que no requieren atención psiquiátrica especializada». En este sentido, Carrasco es contundente: «Este plan es como si hubiera un incendio grande y en vez de apagarlo y mandar bomberos para combatirlo, estemos hablando del clima, mientras el incendio quema el bosque. Y no solo eso, sino que, además, estamos echando gasolina a ese fuego, porque se psicologiza el malestar propio de la vida cotidiana, como puede ser estrés laboral, una relación de pareja en crisis, apatía, etc. Todo eso satura las consultas de los centros especializados y dispara las listas de espera, que son muy heterogéneas, pues en ellas se mezclan personas con problemas leves y otras con trastornos graves, lo que nos obliga a hacer un triaje en el que se corre el riesgo de dejar a pacientes con trastornos psiquiátricos graves desatendidos, pues disminuye nuestra capacidad». Algo en lo que coincide Armesto, quien reconoce que «hay más avalancha de problemas leves, mientras los pacientes graves y más vulnerables hacen menos uso de los recursos».

Necesidades pendientes

Puestos a mejorar la salud mental de la población, todos los profesionales coinciden en la necesidad de que se invierta más en profesionales, pero también en que se apueste por la creación de unidades integrales y multidisciplinares con psiquiatra, psicólogo clínico, enfermera especializada, terapeuta ocupacional... «Todos juntos debemos trabajar a la par, de manera más ágil, porque ver a un paciente cada tres meses y de forma aislada no es suficiente ni efectivo. Hace falta llegar a tiempo y actuar con el tratamiento adecuado», advierte la presidenta de la Sepsm.

Otro de los retos que el Plan de Acción tampoco ha sabido atender, según lamenta Díaz Marsá, «es la soledad no deseada tanto en la población geriátrica como en la infanto-juvenil». Y tampoco se apunta a la juventud, cada vez más expuesta al deterioro de su salud mental, por lo que quedarse de brazos cruzados es un grave error. «Desde la Sepsm hemos pedido una reunión con el Ministerio para tener una iniciativa parecida a la ley de Australia que prohíbe el uso de redes sociales en menores de 16 años porque claramente existe una relación entre su abuso y la aparición de trastornos mentales como ansiedad, insomnio, depresión, trastornos de conducta alimentaria, trastornos de personalidad, etc.», asegura Díaz Marsá.

La voz de los pacientes

Que la salud mental esté en el discurso político ya es una victoria para los pacientes. «Pero es una sensación agridulce. Es una buena noticia que haya un Plan de Acción, pero sabemos que la tarea es tan ingente que pronto se demostrará que no es suficiente», confiesa Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España. Lo más urgente, según él, es «incluir una dotación económica específica para la salud mental en los Presupuestos Generales del Estado y entender la urgencia de invertir en profesionales, pues eso redundará en menos lista de espera y en una mejor atención al paciente. Además, sería importante dedicar fondos a la prevención, con educación emocional desde la escuela».