Dieta
Adelgaza o engorda: ¿Qué le pasa a tu cuerpo en verano?
Hay varios motivos por los que el calor del verano podría ser de ayuda a la hora de controlar nuestro peso, pero también puede llegar a ser un problema
Existen varios motivos que podrían llevarnos a pensar que el calor del verano es nuestro mejor aliado a la hora de controlar nuestro peso. En primer lugar, el calor hace que el organismo tarde más en digerir los alimentos, lo que provoca una pérdida del apetito, así como la preferencia por alimentos más ligeros, como las ensaladas, las frutas jugosas y los gazpachos.
En segundo lugar, el buen tiempo nos empuja a salir de casa y realizar actividades al aire libre, lo que también puede contribuir a una mayor pérdida de peso. En tercer lugar, las altas temperaturas del exterior obligan a nuestro cuerpo a sudar más para equilibrar su temperatura, lo que también provoca una mayor necesidad de hidratación y, por tanto, una reducción del apetito.
Sin embargo, todos estos factores pueden no ser suficientes para compensar otros que no habíamos tenido en cuenta en un primer momento y que juegan en contra de nuestra hipótesis. Por ejemplo, el aumento de la necesidad de hidratación puede llevar a un mayor consumo de agua, pero también hará que nos apetezcan más las cervecitas, los tintos de verano y los refrescos, lo que irremediablemente aumentará nuestra ingesta calórica, entre otras cosas.
Durante esta época del año también son mucho más comunes los eventos sociales y los encuentros con amigos, que suelen girar en torno a la comida, las tapas y barbacoas. Además, las altas temperaturas pueden hacer que muchas personas pierdan el interés en hacer deporte. Ahora bien, hay algo que puede ser más determinante que todos los elementos anteriores y que tampoco habíamos tenido en cuenta en un primer momento: la termogénesis.
Un elemento que no habíamos tenido en cuenta
Durante los meses más fríos del año, nuestro organismo quema calorías de forma natural simplemente para mantener su temperatura corporal, mediante un proceso biológico que conocemos como termogénesis. Algunos expertos estiman que durante el invierno, este proceso biológico acaba consumiendo hasta un 60% de la energía que consumimos a diario. Y por eso, nuestro organismo demanda mucha más comida (y comida mucho más calórica) durante el invierno y el otoño.
Ahora bien, ¿qué ocurre si la temperatura ambiental es alta? Pues lo que ocurre es que nuestro cuerpo no necesita consumir esas calorías adicionales. Por ese motivo, sería aconsejable que durante los meses de verano bajáramos considerablemente nuestra ingesta calórica. Otra opción es aumentar en la misma proporción nuestro nivel de actividad. De esta forma, mantendríamos el equilibrio durante todo el año y, en consecuencia, mantendríamos nuestro peso a raya.
✕
Accede a tu cuenta para comentar