
Alimentación
La ciencia advierte que cenar demasiado tarde puede favorecer la acumulación de grasa corporal
Según indica un estudio, consumir más del 45% de las calorías diarias después de las 17 horas está asociado con un aumento en los niveles de glucosa en sangre

En España, la costumbre de cenar tarde es una práctica común, influenciada tanto por la cultura como por el hecho de ser el país con más horas de luz solar en Europa. Mientras en otros países europeos la cena se realiza antes de las 8 de la tarde, en España es habitual que se extienda hasta bien pasada esa hora.
Un estudio de la Facultad de Medicina de Harvard, publicado en Cell Metabolism, ha demostrado que cenar tarde afecta negativamente al gasto de energía, al apetito y a las funciones moleculares del tejido adiposo. Según Frank Scheer, autor principal de la investigación, se ha observado que quienes comen más tarde tienen un mayor riesgo de obesidad, un aumento de la grasa corporal y menores tasas de éxito en la pérdida de peso. Además, los niveles de la hormona leptina, que regula la saciedad, disminuyen, lo que genera una mayor sensación de hambre.
Otro hallazgo importante del estudio es que cenar tarde ralentiza la quema de calorías y modifica la expresión genética del tejido adiposo, aumentando el almacenamiento de grasa. Este efecto metabólico puede contribuir al desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2. En esta línea, una investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universidad de Columbia en Nueva York, publicada en Nutrition & Diabetes, encontró que consumir más del 45% de las calorías diarias después de las 17.00 horas está asociado con un aumento en los niveles de glucosa en sangre.
La doctora Diana Díaz Rizzolo explica que mantener niveles elevados de glucosa durante periodos prolongados puede derivar en complicaciones como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, debido al daño que el exceso de glucosa causa en los vasos sanguíneos.
Más allá del aumento de peso, los estudios han demostrado que el horario de las comidas, por sí solo, puede afectar negativamente al metabolismo de la glucosa, independientemente de la cantidad de calorías ingeridas. La doctora Odile Fernández destaca que es mejor cenar antes de las 21.00 horas, ya que esto mejora la sensibilidad a la insulina y reduce el riesgo de enfermedades graves como el cáncer. Fernández recomienda que, si no es posible cenar temprano, al menos se procure hacerlo dos horas antes de dormir para mitigar estos efectos negativos.
Es decir, aunque la cena tardía es una práctica culturalmente arraigada en España, la ciencia sugiere que modificar los horarios de alimentación puede traer beneficios significativos para la salud.
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