Bienestar
Cómo mantener tu cerebro en plena forma después de los 50 años
Con el envejecimiento también llega el deterioro de nuestro sistema cognitivo, por lo que es necesario practicar algunos hábitos para mantenerlo en forma
Los años no solo se reflejan en nuestro físico; de repente, un día empiezas a olvidar cosas simples con mayor facilidad, como las llaves, dónde estacionaste tu coche, o incluso qué desayunaste esta mañana. Estos lapsus son normales, y lo raro sería llegar a cierta edad sin experimentarlos. Sin embargo, hay ejercicios que pueden mantener nuestra mente activa y evitar que falle con tanta frecuencia.
Estudios científicos han sugerido que existe una conexión profunda entre cuerpo y mente, de modo que lo que es bueno para uno es bueno para el otro, y viceversa. Es simple: una dieta balanceada, ejercicio frecuente, y un cuerpo saludable hacen de nuestra mente y cerebro un lugar ideal para vivir. Los hábitos saludables pueden incluso reducir la acumulación de proteínas vinculadas al Alzheimer.
Qué hacer para mantener la mente sana
El ejercicio físico regular es uno de los pilares más importantes para preservar la función cerebral. Esta no solo mejora la circulación sanguínea en el cerebro, sino que también promueve la producción de neurotransmisores y factores neurotróficos que son esenciales para la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar en respuesta a nuevas experiencias. Caminar, nadar, practicar yoga o realizar ejercicios de fuerza son algunas de las actividades recomendadas.
Además del ejercicio físico, la interacción social estimula el cerebro y ayuda a reducir el riesgo de desarrollar trastornos cognitivos. Participar en actividades comunitarias, mantener relaciones con amigos y familiares, o incluso aprender algo nuevo en grupo, como un idioma o un instrumento musical, son formas efectivas de mantener el cerebro comprometido y en funcionamiento. Las actividades sociales, además, tienen un efecto positivo en el estado de ánimo y pueden prevenir el aislamiento y la depresión, factores que están estrechamente relacionados con el declive cognitivo.
El tercer pilar, y relacionado con el anterior, es mantener el cerebro activo es la estimulación cognitiva a través de actividades mentales desafiantes. No se trata de resolver crucigramas o sudokus, sino de involucrarse en actividades que realmente reten al cerebro y fomenten el aprendizaje continuo. Aprender una nueva habilidad, leer sobre temas complejos, jugar a juegos de estrategia, o incluso practicar la meditación, son maneras de ejercitar la mente y mantenerla en forma. La meditación, en particular, ha demostrado tener efectos positivos en la concentración, la memoria, y la capacidad de tomar decisiones.
En la alimentación se encuentra la diferencia
La alimentación juega un papel crucial en la prevención del deterioro cerebral. Por ejemplo, las dietas ricas en antioxidantes, como las frutas y verduras, combate el daño oxidativo en las células cerebrales, mientras que los ácidos grasos omega-3, presentes en pescados como el salmón y las nueces, promueven la salud neuronal y la función cognitiva. Además, las vitaminas del grupo B, que se encuentran en alimentos como los granos enteros, son esenciales para mantener un metabolismo cerebral óptimo.
Incorporar alimentos antiinflamatorios, como el aceite de oliva y los frutos secos, también es clave para proteger el cerebro. Estos alimentos reducen la inflamación crónica, un factor que contribuye al envejecimiento cerebral y a la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
El estudio de los superagentes
Lisa Feldman Barret, profesora en la Northeastern University de Boston, ha dado a 'The New York Times' una serie de consejos para mantener la salud cognitiva. El más importante es "desafíate a ti mismo", es decir, el nivel de esfuerzo se asocia con aumentos en la facilidad de comunicación dentro del cerebro y, como resultado, las habilidades cognitivas mejoran.
El consejo de Barrett proviene de un estudio sobre "superagentes", personas de 65 años o más que mantienen habilidades cognitivas comparables a las de jóvenes de 25 años. Según Barrett, lo que diferencia a estos individuos es su capacidad para interpretar las emociones negativas que surgen al enfrentarse a desafíos como un impulso para seguir adelante, en lugar de tomarlas como una señal para detenerse y descansar.
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