Bienestar
Duchas frías vs. Duchas calientes: ¿Cuál es la mejor opción para tu piel?
Más del 55% de los españoles aseguran utilizar agua caliente o muy caliente en la ducha
La ducha es un ritual cotidiano y esencial para la mayoría de las personas. Se ha convertido en una actividad tan arraigada en nuestra rutina que muchos la realizan de manera casi automática, como una forma de despejarse por las mañanas y comenzar el día con buen pie. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en cómo tu rutina de ducha puede estar afectando a la salud de tu piel?
Efectos de la temperatura
Las duchas con agua caliente son beneficiosas para nuestra salud por varios motivos. En primer lugar, el vapor puede aliviar los síntomas respiratorios, como la congestión nasal y pulmonar, lo cual es especialmente útil en tiempos de alergias o resfriados. Además, el calor del agua puede relajar los músculos, aliviando la tensión y el dolor, lo que las hace una excelente opción para relajarse después de un día largo. Por último, el calor y la humedad también pueden abrir los poros de la piel, ayudando a reducir la apariencia del acné y otras imperfecciones de la piel.
Ahora bien, es importante que seamos comedidos. Ducharnos con demasiada frecuencia o con agua demasiado caliente, también puede tener efectos bastante perjudiciales para la salud de nuestra piel. Las duchas de agua muy caliente pueden secar la piel, lo que puede irritarla y dañar las células de queratina que la protegen. Además, si tienes condiciones de la piel como eczema o dermatitis, las duchas calientes pueden empeorar tus síntomas y generar más irritación.
Otra cosa que también sucede cuando nos duchamos con agua muy caliente, es que nuestros cuerpos liberan una sustancia llamada histamina. Esta sustancia es producida por células llamadas mastocitos y es una respuesta al calor extremo. La histamina puede causar picor en la piel después de una ducha caliente. Por último, es importante señalar que la exposición al calor puede causar la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que inicialmente puede mejorar el flujo de sangre.
Sin embargo, en situaciones extremas, esto puede causar una disminución repentina de la presión arterial, lo que puede provocar mareos o desmayos. Además, la frecuencia cardíaca y la fuerza pueden aumentar para compensar esta disminución en la presión, lo que puede aumentar el riesgo para las personas con enfermedades cardiovasculares preexistentes.
Entonces, ¿es mejor optar por ducharnos con agua fría? Pues sí… y no. Las duchas frías también tienen varios beneficios para la salud… pero también tienen sus contras. Por un lado, pueden aliviar el prurito de la piel, mejorar la circulación sanguínea y ayudar a reducir el dolor muscular después de un entrenamiento intenso. Además, son una herramienta realmente efectiva para entrenar la disciplina y la fuerza de voluntad. Sin embargo, las duchas frías también pueden debilitar el sistema inmunológico, especialmente si se toman cuando se está enfermo o se tiene frío.
En la mayoría de los casos, lo más recomendable para la salud de nuestra piel y de nuestro cuerpo es tomar una ducha de agua tibia… tirando a fresquita. Esto minimiza los efectos negativos del agua caliente… pero no supone un sacrificio tan extremo como las duchas de agua fría. A partir de ahí, lo único que puede perjudicar realmente la salud de nuestra piel son los productos que elegimos para limpiarla.
¿Qué jabón debemos escoger?
Cuando nos veamos ante la tesitura de elegir un jabón entre la infinidad de opciones que se nos presentan en las baldas de los supermercados, lo mejor que podemos hacer es optar por aquellos jabones neutros y sin perfume, que son aquellos con un pH similar al de la piel y que son -por tanto- mucho menos agresivos.
Este tipo de jabón no contiene colorantes, perfumes, ni otros componentes que habitualmente encontramos en los jabones de tipo industrial. Y es que, debemos ser cuidadosos con aquellos productos que tengan un impacto negativo en las barreras protectoras de nuestra piel, porque al final del día, son uno de los mecanismos que tiene nuestro cuerpo para protegerse de los gérmenes. Es de resaltar también es que el jabón neutro sirve para todo tipo de pieles y para todo tipo de cabellos.
Otra cosa a la que tenemos que prestar atención es a las marcas que anuncian sus productos como neutros... pero que en realidad no lo son. Una buena forma de identificarlos es a través del color: los jabones neutros se mueven entre el color blanco y el beige. Por lo que, si presentan otras tonalidades, lo más seguro es que se les haya añadido un componente distinto, bien sea artesanal o industrial.
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