
Ejercicio físico
El ejercicio que los expertos recomiendan hacer a partir de los 60 para reducir el riesgo de demencia
Contribuye al bienestar físico, estimula la memoria y protege la salud cerebral: este es el deporte que los especialistas aconsejan incorporar a partir de la madurez

A medida que envejecemos, el ejercicio deja de ser sólo una cuestión estética para convertirse en un pilar esencial del bienestar integral, tanto físico como mental. En la etapa de la jubilación y más allá, mantenerse activo puede marcar la diferencia entre una vejez limitada y otra plena, y hay un tipo de ejercicio que destaca especialmente entre las recomendaciones de los expertos por su impacto positivo en la salud cognitiva.
Más allá de sus conocidos beneficios cardiovasculares o su capacidad para aliviar dolencias musculares y articulares, diversos estudios apuntan a que nadar con regularidad puede contribuir a reducir el riesgo de desarrollar demencia. Enfermedades como el Alzheimer suponen uno de los mayores desafíos sanitarios y familiares, por lo que incluir esta práctica en la rutina semanal puede ser mucho más que una opción saludable: puede ser una inversión en autonomía y calidad de vida.
El mejor ejercicio para realizar a partir de los 60
La natación es, según coinciden geriatras, neurólogos y preparadores físicos, una de las actividades más completas y seguras para las personas mayores. Al realizarse en un entorno acuático, reduce el impacto sobre las articulaciones (especialmente beneficioso para quienes padecen artritis, osteoporosis o problemas de movilidad), al tiempo que activa la musculatura, mejora la capacidad pulmonar y regula la presión arterial.
Pero lo que ha llamado particularmente la atención en los últimos años es su impacto en la salud cerebral. Un estudio publicado en la revista 'Frontiers in Aging Neuroscience' reveló que la natación promueve la neurogénesis, es decir, la formación de nuevas neuronas, en regiones clave como el hipocampo, implicado en la memoria y el aprendizaje. Esta capacidad de regeneración neuronal es crucial en la lucha contra el deterioro cognitivo asociado a la edad.
Además, la práctica constante de natación favorece la liberación de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, responsables de la sensación de bienestar, lo que reduce el estrés y la ansiedad, dos factores que también pueden acelerar el deterioro cognitivo.

A diferencia de otros deportes más exigentes, nadar permite ajustar el ritmo y la intensidad según las capacidades físicas de cada persona. Con la supervisión adecuada, se convierte en una alternativa segura incluso para quienes llevan años sin hacer ejercicio.
Lo ideal es empezar con sesiones de entre 20 y 30 minutos, dos o tres veces por semana, e ir aumentando progresivamente si el cuerpo lo permite ya que el entorno acuático ofrece un soporte que evita caídas y permite trabajar fuerza, equilibrio y resistencia con menor riesgo.
Otra ventaja añadida es el impacto positivo en la calidad del sueño. Estudios recientes, como los publicados en 'Sleep Health Journal', relacionan el ejercicio aeróbico moderado, como la natación, con mejoras en el descanso nocturno en personas mayores, lo que a su vez favorece los procesos de consolidación de la memoria.
Un aliado contra el sedentarismo
En España, según datos del Ministerio de Sanidad, casi 4 de cada 10 personas mayores de 65 años llevan una vida sedentaria, lo que aumenta la probabilidad de sufrir enfermedades crónicas, aislamiento social e incluso depresión. Introducir actividades como la natación además de mejorar la condición física, fomenta la socialización, especialmente cuando se realiza en piscinas públicas o centros deportivos para mayores.
Aunque nunca es tarde para comenzar a moverse, empezar a nadar a partir de los 60 puede suponer un punto de inflexión en la salud física y mental de las personas mayores. No requiere grandes inversiones, ni conocimientos técnicos avanzados: sólo ganas de cuidarse y de adoptar un estilo de vida activo. Nadar puede ser una herramienta preventiva para el cerebro, el corazón y el estado de ánimo. Y en una etapa de la vida en la que cada día cuenta, puede ser el mejor hábito que uno pueda regalarse.
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