Alimentación

La razón por la que no te gustan las verduras (sobre todo el brócoli) pero te encanta comer chocolate

Una nueva investigación demuestra que observar las expresiones faciales de otros comiendo brócoli crudo puede influir en nuestra propia aversión a esta verdura

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El brócoli es una de las verduras más impopulares del mundoFreepik

Los seres humanos aprendemos qué comportamientos dan resultado y cuáles no observando a los demás. A partir de ahí, podemos sacar conclusiones sobre cómo actuar o, incluso, qué comer. Sucede, por ejemplo, con los niños. ¿Cuántas veces te han visto disfrutar de un café con amigos y han querido beberlo también?

De la misma manera, el poder de la observación se ha convertido en un modo de sobrevivir a lo desconocido. Los más jóvenes de la tribu aprendieron qué setas podía comer y cuáles no observando cuáles recogían los más sabios. Hasta hemos aprendido cuánto debemos comer al imitar a los demás. Observar al otro es una de las influencias sociales más poderosas en el comportamiento alimentario.

En esta línea, aparece un nuevo estudio, liderado por investigadores del Reino Unido, que afirma haber descubierto cuál es la razón (o, al menos, una de ellas) por la que no nos gusta comer verduras. Especialmente, el brócoli. A grandes rasgos, el equipo estudió si observar las expresiones faciales de los demás mientras comían brócoli crudo influía en la afición y el deseo de comer brócoli crudo en un grupo de mujeres jóvenes.

"Demostramos que observar a otras personas comiendo una verdura cruda con una expresión facial negativa reduce el gusto de las mujeres adultas por esa verdura, pero no su deseo de comerla", afirma la Dra. Katie Edwards, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Aston (Inglaterra) y autora principal del estudio publicado en Frontiers in Psychology. "Esto pone de relieve el poder de la observación de la aversión a los alimentos en el comportamiento alimentario de los adultos", señala.

En el estudio dirigido por Edwards, algo más de 200 mujeres jóvenes vieron un vídeo que contenía fragmentos de diferentes adultos desconocidos consumiendo brócoli crudo. Mientras comían, los modelos mostraban expresiones faciales positivas (sonrientes), neutras o negativas (de asco). Los investigadores examinaron sólo las reacciones de las mujeres, ya que pueden existir diferencias de género en el modelado de la conducta alimentaria, y los efectos pueden ser diferentes entre mujeres y hombres.

El estudio da pistas a los padres para que sus hijos coman verduras

Investigaciones anteriores demuestran que es más probable que se imiten conductas si se observan consecuencias positivas, mientras que ocurre lo contrario si se presencian resultados negativos. En el presente estudio, sin embargo, esta correlación sólo se observó parcialmente: la exposición a modelos que comían brócoli mientras mostraban expresiones faciales negativas provocó una mayor reducción de las puntuaciones de agrado, pero no ocurrió lo mismo a la inversa.

Esto es: "Ver a otros comiendo una verdura cruda con una expresión facial positiva no aumentó el gusto de los adultos por las verduras ni su deseo de comerlas", explicó Edwards. Una posible explicación puede ser que evitar cualquier alimento (independientemente de si gusta o no) que parezca repugnante puede protegernos de comer algo que sabe mal o es perjudicial.

Otra razón podría ser que sonreír mientras se come se percibe como una muestra atípica de agrado por un determinado alimento. "Esto podría implicar que ver a alguien comiendo una verdura cruda con expresiones faciales positivas no parece una estrategia eficaz para aumentar el consumo de verduras entre los adultos", afirma Edwards. Te puede interesar: Esta es la razón por la que a los humanos nos gusta el alcohol, según la ciencia 

Aún queda mucho por saber sobre la interacción entre el disfrute evidente y el gusto por la comida. Por ejemplo, los investigadores se han centrado en los adultos y, aunque en esta ocasión no se ha comprobado, afirman que, dado el poder de las expresiones faciales negativas y que los niños suelen estar menos dispuestos a probar las verduras por defecto, estos resultados podrían generalizarse a los niños. "Por ejemplo, si un niño ve a sus padres mostrar asco mientras comen verduras, esto podría tener consecuencias negativas en la aceptación de las verduras", señaló Edwards.

En el futuro, un objetivo importante será examinar el efecto de ver disfrutar de la comida en vivo sobre el comportamiento alimentario, señalaron los investigadores. "También necesitamos más investigación para ver si las conclusiones de este estudio se trasladan a la ingesta real de verduras por parte de los adultos", concluyó Edwards.