
Salud mental
El riesgo de Alzheimer podría aumentar con un patrón de sueño específico, advierten los expertos
Un estudio sugiere que tardar más en alcanzar el sueño REM podría ser una señal temprana de deterioro cognitivo

Investigadores han identificado una nueva posible señal de alerta temprana para la enfermedad de Alzheimer: el retraso en la aparición del sueño REM, una de las fases más importantes del ciclo del sueño. Según un estudio reciente publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia, este patrón podría estar vinculado a un mayor riesgo de desarrollar demencias, incluida la enfermedad de Alzheimer.
El trabajo, llevado a cabo por un equipo de investigación en China, analizó los ciclos de sueño de 128 adultos con diferentes niveles de función cognitiva. Los resultados indicaron que quienes tardaban más en alcanzar la fase REMpresentaban un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Los autores sugieren que esta alteración podría actuar como un marcador temprano del desarrollo de Alzheimer.
¿Por qué es importante el sueño REM?
El sueño REM (siglas de Rapid Eye Movement, o movimiento ocular rápido) es la etapa del sueño en la que más intensamente se consolidan los recuerdos y se procesan las emociones. También es la fase donde ocurren la mayoría de los sueños. Se trata de un momento esencial para la salud cerebral, ya que se cree que durante el sueño REM el cerebro realiza funciones de limpieza, eliminando sustancias potencialmente tóxicas como las proteínas beta-amiloide y tau, relacionadas con el Alzheimer.
Wendy Troxel, investigadora en la Corporación RAND y experta en trastornos del sueño, explicó en declaraciones recogidas por Fox News Digital que esta investigación contribuye a una creciente base de evidencias que vinculan la calidad del sueño con la salud cognitiva. “El sueño REM cumple un papel crucial en la consolidación de la memoria y en la regulación emocional. Un retraso en su aparición podría tener implicaciones más profundas de lo que pensábamos”, afirmó.
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que la relación entre alteraciones del sueño y demencia podría ser bidireccional. Es decir, mientras la mala calidad del sueño podría contribuir al deterioro cognitivo, el propio proceso neurodegenerativo del Alzheimer también puede alterar los ciclos de sueño.
El Dr. Giulio Taglialatela, director del Instituto de Salud Cerebral de la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas, señaló que los resultados respaldan la idea de que el sueño profundo y reparador ayuda a eliminar residuos tóxicos del cerebro. “Nuestros cerebros utilizan el sueño como un mecanismo de limpieza. Si alguien tarda más en alcanzar el sueño REM, esa limpieza puede volverse menos efectiva”, explicó.
Sin embargo, el experto matizó que no hay una forma clara de controlar cuánto tarda una persona en alcanzar el sueño REM. Aun así, identificar este patrón puede ser útil para detectar precozmente a quienes podrían beneficiarse de una intervención temprana.
A pesar de su relevancia, el estudio presenta algunas limitaciones importantes. La muestra, compuesta por poco más de un centenar de personas, no es lo suficientemente amplia como para sacar conclusiones definitivas. Además, al tratarse de un estudio transversal, que analiza datos en un momento específico, no permite determinar con certeza si el retraso en el sueño REM es una causa o una consecuencia del deterioro cognitivo.
También se señala que el monitoreo del sueño se realizó en un entorno clínico, lo cual podría haber alterado los patrones de descanso normales de los participantes. Los investigadores sugieren que futuros trabajos deberían realizarse en entornos más naturales, como el domicilio de los sujetos, para obtener datos más representativos.
Cómo cuidar el sueño para proteger la salud cerebral
Aunque algunos factores del sueño, como la latencia REM, no pueden controlarse de manera consciente, los especialistas coinciden en que sí es posible mejorar la calidad general del descanso y, con ello, reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
Entre las recomendaciones habituales se encuentran:
- Dormir entre siete y nueve horas por noche, de forma regular.
- Mantener horarios estables de sueño y vigilia, incluso los fines de semana.
- Reducir el consumo de cafeína y alcohol, especialmente por la tarde y la noche.
- Evitar la exposición a pantallas electrónicas al menos una hora antes de dormir.
- Crear un ambiente propicio para el descanso, con luz tenue, silencio y temperatura agradable.
- Practicar técnicas de relajación si existen problemas para conciliar el sueño.
“El foco no debería estar en obsesionarse con métricas complejas del sueño, sino en establecer rutinas saludables que favorezcan un descanso profundo y sostenido”, subrayó Troxel. La ansiedad por monitorizar el sueño en exceso puede ser, paradójicamente, otro factor que perjudique el descanso.
Por su parte, Taglialatela remarcó la importancia de que estos estudios sigan desarrollándose para mejorar la detección temprana del Alzheimer: “Cuanto antes podamos identificar los primeros signos, mayor será nuestra capacidad para actuar y retrasar la progresión de esta enfermedad”.
Aunque no se puede controlar del todo cómo el cerebro regula las fases del sueño, cuidar los hábitos nocturnos puede ser una de las herramientas más accesibles y efectivas para proteger la memoria y la función cognitiva a largo plazo.
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