Alimentación
¿Sientes que estás cansado todo el día? Quizás se deba a una deficiencia de magnesio
Cómo reacciona nuestro cuerpo ante una deficiencia de magnesio, un problema muy común, pero que suele pasar muy desapercibido
Llamamos minerales a los compuestos inorgánicos que se encuentran en los alimentos y que son esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, empezando por las células, pero también por las hormonas, los neurotransmisores, etc. Cuando no consumimos una cantidad suficiente de un mineral en concreto, experimentamos algunos cambios físicos que pueden ser muy graves.
Es bien conocido que, por ejemplo, cuando existe déficit de calcio aparece la osteoporosis, lo que provoca -a su vez- la disminución de densidad de los huesos… o que una deficiencia de hierro puede derivar en anemia. Sin embargo, poca gente sabe cómo reacciona nuestro cuerpo ante una deficiencia de magnesio, un mineral muy importante en cualquier dieta, pero que suele pasar desapercibido.
Los efectos de la deficiencia de magnesio
El magnesio es un mineral esencial que participa en más de 300 reacciones químicas en nuestro organismo. Una de sus funciones más importantes es la de mantener el correcto funcionamiento de los músculos y los nervios. Cuando ingerimos menos magnesio de la cantidad diaria recomendada, empiezan a manifestarse algunas anomalías físicas, como los calambres, la fatiga y las contracturas. Otra función del magnesio es controlar el sistema nervioso y reducir los picos de estrés y ansiedad.
Se estima que alrededor del 20% de las personas que viven en regiones y países industrializados consume una cantidad un 33% inferior a la ingesta diaria recomendada, que se sitúa en torno a los 300 miligramos. Siendo una deficiencia un poco más frecuente en mujeres que en hombres. Este déficit suele tener su origen en una dieta poco equilibrada.
Normalmente, este déficit se manifiesta con una sensación de cansancio generalizado, tanto físico como emocional. Aunque también podemos señalar otros síntomas que también suelen acompañar a la deficiencia de magnesio, como el estrés y la ansiedad recurrente. Debemos estar atentos también a manifestaciones físicas como contracturas musculares, temblores, hormigueos, etc.
Por todos los motivos anteriormente descritos, si sufrimos una o varias de estas manifestaciones físicas o psíquicas, debemos plantearnos introducir en nuestra dieta alimentos ricos en este nutriente, como el cacao, los cereales, los frutos secos, las legumbres, semillas como las pipas de calabaza o sésamo, las verduras de hoja verde, los mariscos o el arroz integral. Aunque si el problema sigue persistiendo después de hacer estos cambios en nuestra dieta, es importante que acudamos tan pronto como sea posible a la consulta de un profesional que pueda guiarnos.
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