Deterioro cognitivo

«Bienvejecer»: vivir más tiempo con autonomía plena

Asisa lanza esta campaña sobre la importancia de cuidarse ante una esperanza de vida cada vez mayor

A partir de los 30 años es crucial, realizar deporte, comer bien, dormir, y gestionar el estrés para prevenir el deterioro cognitivo
A partir de los 30 años es crucial realizar deporte, comer bien, dormir y gestionar el estrés para prevenir el deterioro cognitivoFREEPIKLA RAZÓN

En 2040, España se convertirá en el país con la mayor esperanza de vida del mundo, según un estudio del Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington, en EE UU. Ante esta realidad, Asisa propone «Bienvejecer», un movimiento que nace con el fin de fomentar que las nuevas generaciones se preparen para una vida más larga y plena y reducir así el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

Bajo el lema «Cuidarse hoy para vivir mejor mañana», Asisa busca abrir una conversación sobre el futuro de la salud ante una esperanza de vida cada vez mayor. Y urge, porque la sociedad actual sigue pensando en el corto plazo también en cuanto a todo lo que se refiere con la salud.

«La prevención del deterioro cognitivo debe comenzar mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas, idealmente desde los 30 o 40 años. En esas décadas se consolidan los hábitos que más influyen en la salud cerebral como la actividad física, la dieta, el descanso y la estimulación mental», explica la doctora María Payá, neuróloga en HLA Clínica El Rosario, en Albacete.

«Sabemos que el alzhéimer empieza a desarrollarse silenciosamente 15 o 20 años antes de que se manifieste, por lo que cuidar el cerebro desde jóvenes es la mejor estrategia para envejecer con buena salud», incide.

En este sentido, realizar actividad física de forma regular resulta crucial para mantener la salud cerebral, ya que, según la doctora, «mejora el flujo sanguíneo cerebral, favorece la neuroplasticidad y estimula la liberación de factores que promueven la supervivencia neuronal». De hecho, se ha demostrado que las personas físicamente activas tienen menor riesgo de deterioro cognitivo y de demencia.

A este hábito hay que añadir «el control de factores vasculares, como la hipertensión, la diabetes o el colesterol elevado», afirma la neuróloga. También es importante la estimulación cognitiva y la vida social, así como cuidar el sueño y gestionar el estrés.

Unos hábitos igualmente cruciales, ya que «durante el sueño profundo», como precisa la doctora, «el cerebro elimina productos de desecho como la proteína beta-amiloide, y un descanso insuficiente o la exposición prolongada al estrés pueden acelerar los procesos neurodegenerativos».

Es decir, seguir una rutina diaria saludable. Y es que mientras factores como la hipertensión, la obesidad, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo o la baja estimulación intelectual aumentan el riesgo futuro de deterioro cognitivo, el ejercicio regular, la dieta equilibrada, el control vascular y la actividad cognitiva lo reducen de forma significativa.

De ahí que si bien a los 40 años no sea necesario hacerse pruebas específicas del cerebro si no existen síntomas neurológicos, sí es muy importante vigilar los factores que más influyen en su salud a largo plazo, que son los mismos que determinan la salud cardiovascular. Es decir, «control de la tensión arterial, del perfil lipídico (colesterol total, HDL, LDL y triglicéridos) y glucemia para detectar precozmente dislipemia o diabetes, del peso corporal y perímetro abdominal», recomienda la doctora.

«Además –prosigue–, es recomendable evaluar aspectos menos visibles, pero igualmente importantes, como la calidad del sueño, la salud mental y el nivel de estrés crónico, que también impactan en la función cerebral».

De hecho, se estima que el 35% de los casos de demencia se pueden atribuir a factores de riesgo modificables. Esto significa que una parte importante podría prevenirse o retrasarse adoptando hábitos saludables desde edades medias. Y si bien en el caso de formas hereditarias, «menos del 1% de los casos, las medidas preventivas no modifican la aparición de la enfermedad, sí pueden influir en el bienestar general», destaca.

Por cierto que la edad, aunque sea el principal factor de riesgo, no es la única causa. Existe un tipo de deterioro conocido como «deterioro cognitivo vascular, causado por lesiones en los vasos sanguíneos cerebrales. Estas lesiones pueden ser consecuencia de la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol elevado, el tabaquismo o la enfermedad cardiovascular», recuerda la especialista.

De ahí la importancia de prevenir el deterioro cognitivo a partir de los 30 años. Y ante la menor duda consultar al médico, pues aunque todos podemos tener pequeños olvidos o despistes puntuales, especialmente en situaciones de cansancio, estrés o fatal de sueño, «estos deben considerarse una señal de alerta cuando estos olvidos son progresivos y afectan al día a día, como repetir preguntas o conversaciones, desorientarse en lugares conocidos, tener dificultades para manejar dinero, medicación o realizar tareas habituales», explica la neuróloga.