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Botox y bruxismo, una mala combinación

Expertos alertan de que usar la toxina para tratar este problema puede tener graves efectos secundarios

Bruxismo
El bruxismo es un trastorno en el que rechinas, crujes o aprietas los dientes inconscientementeObjetivo BienestarObjetivo Bienestar

La toxina botulínica es una neurotoxina que bloquea la sinapsis nerviosa, es decir, que al interrumpir la transmisión nerviosa impide al músculo contraerse en aquellos puntos en los que se inyecta. Además, esta parálisis muscular que genera se mantiene durante un tiempo prolongado, por lo que su uso se ha extendido como tratamiento facial antiedad por el efecto de "alisamiento" de las arrugas y marcas de expresión. Según los últimos datos de la Sociedad Española de Medicina Estéstica, de los 626.778 tratamientos faciales realizados en España en 2021, el 42% correspondieron a toxina botulínica, consolidándose como el tratamiento facial más realizado tras la pandemia.

El botox también se usa con fines médicos, como para tratar la sudoración excesiva, las migrañas crónicas, el ojo "vago", los espasmos musculares provocados por enfermedades como el parkinson o los problemas de vegija. Sin embargo, hay un uso sobre que los expertos alertan que puede tener efectos secundarios graves y es cuando se usa para tratar el bruxismo.

En este sentido, la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial y Cabeza y Cuello (SECOMCYC) señala cada vez son más los problemas derivados del mal uso de la toxina botulínica por parte de profesionales ajenos a la especialidad para tratar este tipo de dolores miofasciales. "Estamos viendo publicaciones científicas que apuntan a efectos secundarios graves por el uso reiterado de la toxina botulínica en los músculos masticadores, como atrofias de partes blandas, dificultad masticatoria permanente por la inactividad que produce la toxina sobre los músculos, e incluso reabsorciones del hueso mandibular donde se insertan los músculos maseteros", explica el especialista en Cirugía Oral y Maxilofacial, José Ignacio Salmerón, según recoge Ep.

"El problema que nos estamos encontrando es en relación a lo que llamamos dolores miofasciales, que son dolores de la musculatura masticatoria sin daño de la Articulación Temporo Mandibular. Fundamentalmente, vemos pacientes bruxistas o apretadores en los que, a consecuencia de esta parafunción derivada del rechinamiento o el apretamiento de los dientes, puede haber sobrecarga en la articulación y, como respuesta, sufren dolor a nivel de los músculos masticadores", añade.

Mejor férulas de descarga

Los especialistas consideran que el tratamiento más adecuado para el bruxismo es el uso de férulas de descarga o miorrelajantes por la noche, que es el periodo de tiempo en el que la mayoría de los que lo sufren aprietan o rechinan. "Al interponer estas férulas de resina entre los dientes superiores y los inferiores, se evita el apretamiento y/o la sobrecarga de la articulación, y también de los músculos", explica Salmerón. Aunque considera que la toxina botulínica puede ser útil en algunos casos en los que el problema reside en un grupo muscular en concreto, en general supone un problema por que "paraliza al músculo masticador en los puntos en los que se infiltra, de manera que se elimina el dolor y los pacientes piensan que esta aplicación es el remedio. Por tanto, no estamos tratando la causa y a veces se produce un abuso, el tratar estas parafunciones a base de realizar infiltraciones repetidas".

Otro de los problemas que ven los expertos es que algunos médicos estéticos inflintran botox en la mandíbula a pacientes con bruxismo que acuden a ellos por motivos estéticos porque consideran que con eso están tratando la afección, pero lo hacen de manera inadecuada. "La toxina botulínica se puede aplicar de dos maneras, ya sea inyectándola directamente en el músculo o bajo control ecográfico. Esta última es la forma más segura. Aparte de las medidas propias de la aguja y de la angulación, entre otros, el uso de un ecógrafo te permite saber que estás pinchando la toxina dentro del músculo en concreto", asegura el especialista en Cirugía Oral y Maxilofacial, Florencio Monje.