Opinión

El brindis al sol de Sanidad con las guardias de los médicos

Con las partidas presupuestadas por el Gobierno y consignadas a la Unión Europea, una reforma tan deseable como la que añora la ministra sería literalmente imposible

Interior de las Urgencias del Hospital de Linares
Interior de las Urgencias del Hospital de LinaresLa RazónLa Razón

La ministra de Sanidad intenta hacer bandera con el fin de las guardias de 24 horas de los médicos, y promete intentar reducirlas a un máximo de 17. La causa, desde luego, es justa, pues como bien dice Mónica García, un profesional que hace una guardia un fin de semana está trabajando 60 horas a la semana, algo que «no ocurre en ninguna otra profesión en la que se trabaje legalmente», lo que constituye una «aberración».

Como anestesista, la ministra conoce en primera persona lo que esto supone tanto para los médicos como para los pacientes, y sabe que las reivindicaciones profesionales de reducción de horarios que han hecho en este sentido los sindicatos médicos y otras organizaciones del sector son justas. Ahora bien, ¿será capaz de llevar a buen término sus acertadas intenciones o quedarán en eso, un mero desiderátum, una de tantas declaraciones de intenciones que al final no conducen a nada, como muchas de las que hacen los políticos? Por desgracia, todo apunta a que sucederá esto último.

El fin de las guardias de 24 horas obligaría a los servicios de salud autonómicos, que son a la postre los que gestionan la asistencia sanitaria, a acometer una reestructuración gestora sin precedentes, como nunca se ha hecho en España desde que se aprobó la Ley General de Sanidad en el ecuador de los años ochenta. Harían falta cambios horarios. Harían falta más médicos y, sobre todo, haría falta más dinero para la Sanidad. Con las partidas presupuestadas por el Gobierno y consignadas a la Unión Europea, una reforma tan deseable como la que añora la ministra sería literalmente imposible de llevar a término. Especialmente, si dicha reducción de las guardias no va acompañada de una reducción de la retribución que perciben los profesionales.