Psicología

Descubrimiento pionero: los perros pueden detectar el estrés traumático oliendo el aliento de los humanos

En un estudio piloto, las perritas Ivy y Callie pudieron reconocer el olor de un episodio de flashback con una precisión del 90%

Los perros pueden oler signos de enfermedades como la diabetes, la epilepsia o el cáncer
Los perros pueden oler signos de enfermedades como la diabetes, la epilepsia o el cáncerFreepik

No es ninguna sorpresa que los perros tienen un olfato extraordinariamente sensible, capaz de detectar olores que los humanos son incapaces de percibir. Es su sentido más poderoso: entre 10.000 y 100.000 veces más potente que nuestra capacidad olfativa. Esto hace que noten cambios en el ambiente que, para nosotros, resultan imperceptibles.

Con su trufa o 'nariz', son capaces de oler las partículas que se desprenden de la piel de una persona. Esto sucede porque todos los humanos tenemos un perfil olfativo de compuestos orgánicos volátiles (COV), que son las moléculas que emite nuestro cuerpo en secreciones como el sudor, el aliento o la orina. Los COV son distintos en función de variables como nuestra genética, edad o actividades.

Esto les permite distinguir a su dueño entre millones de individuos distintos. No solo eso: cuando estamos afectados por una patología, nuestro olor cambia. Eso hace que el olfato de los perros también pueden detectar enfermedades, así como los primeros signos de alerta de situaciones médicas potencialmente peligrosas.

Por ejemplo, un estudio de 2019 demostró que pueden identificar el olor asociado de los episodios convulsivos que provoca la epilepsia antes de que los pacientes los sufran. También son capaces de hacer lo mismo con la diabetes, a través de los cambios de olor de una persona que está a punto de tener un bajón de azúcares. Incluso hay estudios que señalan que su avanzado olfato les permite identificar los compuestos orgánicos volátiles asociados a ciertos tipos de cáncer cuando se les expone a muestras de aliento, sudor u orina.

Ahora, un estudio piloto ha ido todavía más allá. Los científicos que lo firman aseguran haber encontrado pruebas de que los perros de asistencia podrían incluso ser capaces de olfatear un flashback de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) que se aproxima. Para demostrarlo, entrenaron a dos perritas para reconocer el olor de las reacciones traumáticas en el aliento de las personas y alertar a su entorno.

«Los perros de asistencia para el TEPT ya están adiestrados para ayudar a las personas durante episodios de angustia», explica Laura Kiiroja, de la Universidad Dalhousie (Canadá), primera autora del artículo publicado en Frontiers in Allergy. «Sin embargo, en la actualidad los perros están adiestrados para responder a señales conductuales y físicas. Nuestro estudio demuestra que, al menos algunos perros, también pueden detectar estos episodios a través del aliento».

Los perros huelen a los humanos estresados

El TEPT surge de la exposición a un suceso catastrófico. Los síntomas incluyen volver a experimentar ese trauma, hiperactivación, evitación de cualquier recuerdo y problemas cognitivos o del estado de ánimo. Entre otras formas de asistencia, los perros pueden ayudar a los pacientes alertando e interrumpiendo los episodios. Si los perros pudieran responder a los marcadores de estrés en el aliento, podrían intentar frenar los episodios en una fase más temprana, con lo que sus intervenciones serían más eficaces.

Hay indicios de que los perros pueden detectar los COV relacionados con el estrés humano. Sin embargo, hasta ahora ningún estudio había investigado si los perros podrían aprender a detectar los COV asociados a los síntomas del TEPT. Para ello, los científicos reclutaron a 26 humanos como donantes de olor.

Los participantes también formaban parte de un estudio sobre las reacciones de las personas que han sufrido traumas a los recordatorios de dichos traumas; el 54% cumplía los requisitos diagnósticos del TEPT. Para donar olores, asistieron a sesiones en las que se les recordaban sus experiencias traumáticas mientras llevaban puestas diferentes mascarillas.

Una de las mascarillas proporcionaba una muestra de aliento tranquilo que actuaba como control. La otra, que se llevaba puesta mientras los participantes recordaban su trauma, proporcionaba una muestra de aliento objetivo. Los participantes también rellenaron un cuestionario sobre sus niveles de estrés y sus emociones. Mientras tanto, los científicos reclutaron a 25 perros para entrenarlos en la detección de olores. Sólo dos eran lo bastante hábiles y estaban lo bastante motivados para completar el estudio: Ivy y Callie.

Las perritas Ivy y Callie lograron una precisión del 90%

«Tanto Ivy como Callie encontraron este trabajo intrínsecamente motivador», afirma Kiiroja. «Su apetito ilimitado por las golosinas deliciosas también fue una ventaja. De hecho, era mucho más difícil convencerlas de que se tomaran un descanso que de que empezaran a trabajar. Callie, en particular, se aseguró de que no nos anduviéramos con rodeos».

Al final del entrenamiento, Ivy y Callie pudieron reconocer el olor de los trozos de mascarilla con una precisión del 90% para distinguir entre una muestra estresada y otra no estresada. A continuación, se les presentó una serie de muestras, una cada vez, para ver si seguían detectando con precisión los COV del estrés. En este segundo experimento, Ivy logró una precisión del 74% y Callie del 81%.

La comparación de las identificaciones correctas de Callie e Ivy con las emociones autodeclaradas por los participantes humanos reveló que el rendimiento de Ivy se correlacionaba con la ansiedad, mientras que el de Callie lo hacía con la vergüenza.

«Aunque ambos perros obtuvieron resultados muy precisos, parecían tener una idea ligeramente distinta de lo que consideraban una muestra de aliento 'estresada'», sugiere Kiiroja. «Especulamos que Ivy estaba en sintonía con las hormonas del eje simpático-adreno-medular (como la adrenalina) y Callie estaba orientada a las hormonas del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (como el cortisol). Se trata de un conocimiento importante para el adiestramiento de perros de servicio, ya que para alertar de los síntomas iniciales del TEPT se requiere sensibilidad a las hormonas del eje simpático-adreno-medular», explica.

A continuación, el equipo planea realizar experimentos para confirmar la implicación del eje simpático-adreno-medular. «Con 40 conjuntos de muestras, el nuestro es un estudio de prueba de concepto que debe ser validado por estudios con muestras de mayor tamaño», advierte Kiiroja. «Además de inscribir a más participantes, los estudios de validación deben recoger muestras de un mayor número de eventos estresantes para confirmar la capacidad de los perros para detectar de forma fiable los COV de estrés en el aliento de un humano a través de diferentes contextos», concluye.