Hallazgo

Descubren una sorprendente forma de mejorar los niveles de azúcar en sangre y reducir el daño hepático

Un estudio demuestra que atrapar una molécula oculta y poco conocida de las bacterias intestinales antes de que cause estragos en el cuerpo mejora la salud

 Una mujer con sobrepeso
Una mujer con sobrepeso Alex CruzAgencia EFE

Un equipo de científicos canadienses ha descubierto una nueva y sorprendente forma de mejorar los niveles de azúcar en sangre y reducir el daño hepático: atrapando un combustible poco conocido producido por las bacterias intestinales antes de que causen estragos en el cuerpo.

Los hallazgos de la Universidad McMaster, la Universidad Laval y la Universidad de Ottawa, publicados en la revista "Cell Metabolism", podrían abrir la puerta a nuevas terapias para tratar enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso.

Los investigadores han demostrado que una molécula producida por microbios intestinales puede infiltrarse en el torrente sanguíneo y alimentar al hígado para que produzca más glucosa y grasa de la necesaria.

Sin embargo, cuando los investigadores desarrollaron una forma de atrapar esta molécula en el intestino antes de que entre al organismo, observaron mejoras drásticas en el control de la glucemia y la enfermedad del hígado graso en ratones con obesidad.

“Este es un nuevo giro en una vía metabólica clásica”, afirma en un comunicado Jonathan Schertzer, autor principal y correspondiente, y profesor del Departamento de Bioquímica y Ciencias Biomédicas de McMaster.

“Sabemos desde hace casi un siglo que los músculos y el hígado intercambian lactato y glucosa, un proceso denominado ciclo de Cori. Lo que hemos descubierto es una nueva rama de ese ciclo, en la que las bacterias intestinales también participan”, añade.

El ciclo de Cori, también conocido como el ciclo del lactato, es un proceso metabólico por el cual el ácido láctico producido por los músculos durante el ejercicio anaeróbico es transportado al hígado, donde se convierte en glucosa que puede ser reutilizada por los músculos.

Fue descrito por el matrimonio de científicos Carl Ferdinand Cori y Gerty Theresa Cori, quienes recibieron el Premio Nobel en 1947 por su trabajo sobre el metabolismo de los carbohidratos. Ellos demostraron cómo los músculos generan lactato, el cual alimenta al hígado para producir glucosa en sangre, la cual después se recicla para alimentar al músculo. Este trabajo sentó las bases para explicar cómo los músculos utilizan una forma de lactato (L-lactato) y el hígado utiliza la glucosa en sangre para comunicarse e intercambiar energía.

El equipo canadiense descubrió que los ratones obesos, e incluso las personas con obesidad, presentan niveles más altos de una molécula menos conocida, el D-lactato, en la sangre.

A diferencia del L-lactato, más conocido y producido por los músculos, la mayor parte del D-lactato proviene de los microbios intestinales y se ha demostrado que aumenta la glucemia y la grasa hepática de forma más agresiva.

Para detener esto, los investigadores crearon una "trampa de sustrato intestinal": un polímero seguro y biodegradable que se une al D-lactato en el intestino e impide su absorción.

Los ratones alimentados con esta trampa presentaron niveles más bajos de glucosa en sangre, menor resistencia a la insulina y menor inflamación y fibrosis hepática, todo ello sin modificar su dieta ni su peso corporal.

“Esta es una forma completamente nueva de abordar el tratamiento de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso. En lugar de actuar directamente sobre las hormonas o el hígado, interceptamos una fuente de energía microbiana antes de que pueda causar daño”, afirma Schertzer, miembro del Centro de Investigación sobre Metabolismo, Obesidad y Diabetes y del Instituto de Investigación de Salud Digestiva Familiar Farncombe de McMaster.