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Alimentación

Dieta de la mochila: sin justificación clínica ni aval científico

El radical método propone alimentarse mediante una sonda nasogástrica y promete perder mucho peso en pocos días

También se le llama dieta enteral o de la sonda DREAMSTIMELA RAZÓN

Comer a través de la nariz no suena muy apetecible. Sin embargo, hay personas que son capaces de someterse a un procedimiento de este tipo por perder kilos en un corto periodo de tiempo. Algo muy típico de estas fechas. Es la historia de siempre: una dieta milagrosa que promete adelgazar en apenas unos días. La «diferencia» es que en este caso, se ofrece desde clínicas de salud, lo que puede llevar a confiar en que el procedimiento tenga alguna base médica.

Hablamos de la llamada dieta enteral o de la sonda o de la mochila, que se basa en suministrar una fórmula líquida hipocalórica muy baja en calorías (menos de 800 kcal/día) a través de una sonda nasogástrica durante varios días, sin ningún tipo de ingesta oral y excluye totalmente la comida convencional y el acto de comer.

«Hay clínicas privadas que lo ofrecen, comercializándolo como un método rápido y “eficaz” de adelgazamiento. Pero no es una intervención inocua ni libre de riesgos. Requiere supervisión médica continua, lo que lo convierte en un tratamiento muy costoso. Esto refuerza la inequidad en salud: solo quienes pueden pagar acceden a este tipo de tratamientos, y sin garantía de seguridad ni de eficacia. Además, su comercialización masiva a personas sin indicación clínica convierte esta dieta en un producto milagro disfrazado de tratamiento médico, con un enorme potencial de daño», denuncia Eduard Baladia, de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND) y coordinador del Comité Científico de la misma, que, precisamente ha presentado recientemente una actualización del documento de postura sobre la misma como método para adelgazar.

Riesgos para la salud

Y es que, a la falta de evidencia sobre sus hipotéticos beneficios –no tiene el apoyo de ninguna sociedad científica para el manejo de la obesidad–, hay que sumarle los evidentes riesgos. «La pérdida rápida de peso puede favorecer la deshidratación y la pérdida de masa muscular, además de que es probable que exista deficiencia de nutrientes esenciales. Cuando se finaliza una dieta con un aporte calórico tan reducido, la recuperación del peso perdido y el “efecto rebote” es muy frecuente. Por otro lado, están los efectos adversos de la sonda en sí misma, que puede producir erosión y otras complicaciones», señala Irene Bretón, coordinadora del Área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

Y es que, continúa la experta, «las personas con obesidad precisan una atención clínica integral, que permita identificar las causas y las consecuencias para la salud y un plan de tratamiento coordinado, que incorpore cambios favorables en el estilo de vida, una alimentación saludable y actividad física. Algunas personas precisan además tratamiento farmacológico o cirugía bariátrica. No es adecuado realizar una pauta de dieta hipocalórica sin control».

Por todo ello Baladia se muestra tajante: «En vista a los pocos estudios existentes, y considerando que en ninguna guía nacional o internacional del manejo de la obesidad se baraja la posibilidad de una sonda nasogástrica para administrar una dieta de muy bajo aporte calórico, sino que se recomienda de forma oral, para la AEND solo podría contemplarse de forma excepcional, dentro de un ensayo clínico, y en casos de obesidad mórbida con comorbilidades severas, cuando la persona no responde a otras intervenciones bien establecidas y no consigue adherencia a una dieta de muy bajo aporte calórico oral. Fuera de este contexto, extremadamente limitado, su uso carece de justificación clínica y ética. La mayoría de las veces la dieta de la mochila se está vendiendo y aplicando a personas con sobrepeso u obesidad leve, lo cual no solo es innecesario, sino inaceptable desde el punto de vista sanitario y ético».