Cargando...

Alimentación

Disbiosis: así impacta la microbiota en la depresión y la ansiedad

Nuevas evidencias científicas confirman que la alteración de las bacterias del intestino influye en el desarrollo de problemas de salud mental

Las bacterias intestinales producen neurotransmisores FREEPIKLA RAZÓN

La evidencia científica es rotunda. Cada vez más estudios científicos confirman que lo que comemos está relacionado con la salud mental. Es lo que se denomina «eje intestino-cerebro», una estrecha vinculación que cada vez copa más interés entre la comunidad científica, que ha puesto el foco en la microbiota como factor determinante a la hora de decantar la balanza de nuestra salud mental.

«Se ha demostrado que la comunidad de microorganismos de nuestro intestino influye en la salud en general, y en la salud mental en particular», confirma Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología y director del Museo de Ciencias de la Universidad de Navarra, quien acaba de publicar el libro titulado «Microbiota y salud mental».

En concreto, tal y como explica el catedrático, «hay cuatro líneas de investigación fundamentales: una es por el papel de la inflamación; otra a partir del nervio vago; otra está relacionada con los metabolitos y la producción de algunos neurotransmisores y, en cuarto lugar, la disbiosis intestinal, pues se ha visto, por ejemplo, que la microbiota de un paciente con enfermedad mental es diferente a la de una persona sana». El problema, tal y como avanza López-Goñi, es que «todavía no sabemos si hay una relación causa-efecto, es decir, no está claro qué es primero, si la depresión que modifica las bacterias intestinales o, si por el contrario, una alteración en esos microorganismos hace más probable que se desarrolle un problema de salud mental. En todo caso creo que controlar esa microbiota será una buena terapia complementaria, pero no de reemplazo para solventar la depresión».

Serotonina

La realidad es que las estadísticas confirman que el 70% de las personas con problemas digestivos toma antidepresivos, un dato muy elocuente que pone sobre la mesa que en el intestino albergamos más de cien millones de neuronas que, entre otras funciones, se encargan de producir serotonina, de la que dependen nuestro estado de ánimo, sueño y bienestar. «Según la revisión de los últimos estudios científicos, los expertos confirman que el 90% de la serotonina se produce en el sistema digestivo, por lo que un desequilibrio de la microbiota o un intestino inflamado puede ocasionar desánimo, tristeza o peor humor. Además, también concluyen que el estado de la microbiota intestinal aumenta mucho la predisposición a sufrir depresión, ansiedad u otros desequilibrios de salud mental», asegura Yor D. Andonova, dietista integrativa en su libro titulado «Vive más y mejor con una buena digestión».

En este sentido, el centro valenciano Ainia lleva meses trabajando en una iniciativa con la que pretenden estudiar la llamada disbiosis intestinal. Se trata de «Disbiosis», un proyecto en el que están desarrollando modelos experimentales que simulan esta alteración para lograr mejorarla. «Este trabajo surge como una solución innovadora para diseñar herramientas in vitro avanzadas que permitan a las empresas crear productos efectivos y validados científicamente. Estamos desarrollando distintos modelos de fermentación colónica a distintas escalas junto con sistemas organ-on-chip», explica Blanca Viadel, miembro del equipo de estudios preclínicos in vitro de Ainia.

El papel de la dieta

La dieta se convierte en una buena aliada de la salud mental. «Una alimentación saludable aporta todos los nutrientes que intervienen en la función psicológica normal, pero, en realidad, no existe evidencia sólida que asocie el consumo de un alimento concreto con un mejor estado de ánimo. Sin embargo, una alimentación variada, como puede ser la dieta mediterránea, sí puede reducir los síntomas de la depresión», asegura Verónica Palomo, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (Cgcodn). Así, tal y como recomienda la dietista-nutricionista, el bienestar emocional puede mejorar con un menú basado en la dieta mediterránea, «que debe cumplir tres reglas: rico en alimentos vegetales frescos y poco procesados (frutas, hortalizas, legumbres, frutos secos, aceite de oliva, cereales integrales); moderado en otros de origen animal como pescados, huevos, carnes blancas y lácteos, y limitado en carnes rojas y procesadas, así como en bollería, comida rápida o bebidas azucaradas, entre otros». En concreto, los estudios sobre alimentación y depresión apuntan a que algunos grupos de alimentos podrían jugar un papel clave en la prevención y el tratamiento de la depresión, tales como los pescados y las frutas y hortalizas.