Salud

El ejercicio que previene y retrasa el alzhéimer en cuatro semanas según los científicos

Experimentos con ratones realizados por investigadores brasileños demostraron que este entrenamiento es suficiente para revertir las alteraciones físicas y de comportamiento de la enfermedad

El entrenamiento de fuerza y el descanso son necesarios, además de una buena alimentación
El entrenamiento de fuerza y el descanso son necesarios, además de una buena alimentaciónDreamstime

Aunque es poco probable que las personas mayores y los pacientes con demencia puedan hacer largas carreras diarias o realizar otros ejercicios aeróbicos de alta intensidad, estos ejercicios son el objetivo de la mayoría de los estudios científicos sobre el alzhéimer. ¿Por qué? Eso es lo que trató de averiguar el nuevo estudio publicado en la revista científica Frontiers in Neuroscience por investigadores brasileños afiliados a la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP) y a la Universidad de São Paulo (USP).

Además de ello, los científicos determinaron cuántas semanas y qué tipo de entrenamiento resultó ser el mejor para, incluso "revertir las alteraciones físicas y de comportamiento" asociadas a la enfermedad de Alzheimer. Pero antes, debemos tener en cuenta que no existe receta mágica para detener la enfermedad. Desde hace muchos años, los científicos tratan de hallar un tratamiento eficaz contra este tipo de deterioro cognitivo y, aunque hace unos meses asistíamos a importantes hallazgos con los que se conseguía disminuir la pérdida de memoria por primera vez en la historia, todavía queda camino por recorrer.

Hasta entonces, se ha sugerido a través de trabajos científicos que el ejercicio físico puede ayudar a paliar los síntomas del alzhéimer. El estudio de los investigadores brasileños, de hecho, va más allá y apunta que el ejercicio físico regular, especialmente el entrenamiento de resistencia, puede prevenir la enfermedad o, al menos, retrasar la aparición de sus signos y servir como "terapia sencilla y asequible" para los enfermos de Alzheimer.

En el trabajo, los de São Paulo recuerdan que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el ejercicio de resistencia como la mejor opción para entrenar el equilibrio, mejorar la postura y prevenir las caídas. Correr, nadar o montar en bicicleta son ejemplos de entrenamiento de resistencia.

A grandes rasgos, el entrenamiento de resistencia implica la contracción de músculos específicos contra una resistencia externa y se considera una estrategia esencial para aumentar la masa muscular, la fuerza y la densidad ósea. Este tipo de ejercicio físico también mejora la composición corporal general, la capacidad funcional y el equilibrio. Por último, ayuda a prevenir o mitigar la atrofia muscular (sarcopenia), facilitando la realización de las tareas cotidianas.

El ejercicio de resistencia disminuye la proteína asociada al alzhéimer

Para observar los efectos neuroprotectores del entrenamiento de resistencia, los investigadores de los Departamentos de Fisiología y Psicobiología de la UNIFESP, y del Departamento de Bioquímica del Instituto de Química de la USP (IQ-USP), realizaron experimentos con ratones transgénicos con una mutación responsable de la acumulación de placas de beta-amiloide en el cerebro, asociadas con el alzhéimer. Esta proteína se acumula en el sistema nervioso central, deteriora las conexiones sinápticas y daña las neuronas, todas ellas características de la enfermedad.

Durante el estudio, se entrenó a los ratones para subir una escalera de 110 centímetros con una inclinación de 80° y 2 cm entre peldaños. Se les fijaron cargas en la cola correspondientes al 75%, 90% y 100% de su peso corporal. El experimento imitaba ciertos tipos de entrenamiento de resistencia realizado por humanos en gimnasios.

Al final de un periodo de cuatro semanas de entrenamiento, se tomaron muestras de sangre para medir los niveles plasmáticos de corticosterona, la hormona en ratones equivalente al cortisol en humanos. Los niveles de la hormona eran normales (iguales a los encontrados en el grupo de control formado por animales sin la mutación) en los ratones entrenados con ejercicio, y el análisis de su tejido cerebral mostró una disminución en la formación de placas beta-amiloides.

"Esto confirma que la actividad física puede revertir las alteraciones neuropatológicas que causan los síntomas clínicos de la enfermedad", afirma Henrique Correia Campos, primer autor del artículo.

El ejercicio también reducía la agitación del alzhéimer

"También observamos el comportamiento de los animales para evaluar su ansiedad y descubrimos que el ejercicio de resistencia reducía la hiperlocalidad a niveles similares a los controles entre los ratones con el fenotipo asociado al alzhéimer", explica Deidiane Elisa Ribeiro, coautora del artículo e investigadora del Laboratorio de Neurociencia del IQ-USP. Es decir, que reducía la agitación, la inquietud y la deambulación, síntomas tempranos frecuentes del alzhéimer y otros tipos de demencia.

"El ejercicio de resistencia se está revelando cada vez más como una estrategia eficaz para evitar la aparición de los síntomas del alzhéimer esporádico [no causado directamente por una única mutación genética hereditaria], que es multifactorial y puede estar asociado al envejecimiento, o para retrasar su aparición en el alzhéimer familiar. La principal razón posible de esta eficacia es la acción antiinflamatoria del ejercicio de resistencia", afirma Beatriz Monteiro Longo, última autora del artículo y profesora de neurofisiología en la UNIFESP.

El mismo grupo de la UNIFESP había recopilado con anterioridad pruebas clínicas de que los beneficios del ejercicio de resistencia incluyen efectos positivos sobre la disfunción cognitiva, el déficit de memoria y los problemas de comportamiento en pacientes con la enfermedad de Alzheimer, concluyendo que puede ser una alternativa asequible o una terapia coadyuvante.

"El alzhéimer no afecta sólo al paciente. Afecta a toda la familia, especialmente en los hogares de bajos ingresos", afirma Caroline Vieira Azevedo, primera autora del artículo de revisión y estudiante de posgrado en la UNIFESP. "Ambos artículos ofrecen información que puede utilizarse para estimular la creación de políticas públicas. Imagínese el ahorro de costes si la aparición de los síntomas en pacientes de edad avanzada se aplaza diez años", concluye.