Salud mental
Hormonas para combatir la ansiedad social, un prometedor tratamiento "made in Spain"
Actualmente no hay ningún medicamento específicamente indicado para este tipo de trastornos de conducta, solo terapia cognitivo conductual
El trastorno de ansiedad social (TAS) es frecuente en el espectro de la patología ansiosa. Una persona con este problema siente síntomas de ansiedad o temor en situaciones en las que otros pueden estar analizándolos, evaluándolos o juzgándolos, como al hablar en público, conocer gente nueva, tener una cita, asistir a una entrevista de trabajo, responder una pregunta en clase, o tener que hablar con un cajero en una tienda. Hacer cosas rutinarias, como comer o beber frente a otras personas o usar un baño público, también le puede causar ansiedad o temor debido a la preocupación de ser humillado, juzgado o rechazado. Se trata de una patologia mental muy debilitante ya que compromete gran parte de las esferas de la vida y suele llevar al aislamiento.
Los tratamientos actuales para TAS se basan en la terapia conductual sola o combinada con antidepresivos o ansiolíticos, que sólo mejoran los síntomas parcialmente y pueden provocar efectos secundarios adversos. Sin embargo, no existe ningún medicamento específico que esté recomendado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) o la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés).
Ahora, un equipo del Instituto de Neurociencias de Alicante (IN-CSIC-UMH), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández (UMH), ha desarrollado y patentado un terapia novedosa basada en el uso de hormonas que genera el cerebro de forma natural y que, tal como han descubierto, pueden regular la respuesta conductual relacionada con la interacción social. La patente se basa en un trabajo publicado el pasado año en la revista Cell.
Los investigadores, dirigido por Félix Leroy, científico del CSIC en el IN-CSIC-UMH, ya había hallado en modelos animales una respuesta en una hormona que produce el cerebro de forma natural: la hormona liberadora de corticotropina (o CRH). El equipo demostró, en 2023, que la CRH, que era producida por las neuronas de la corteza infralímbica -donde se regula, entre otras, la expresión emocional y la alerta-, envía una señal hacia la región que regula los comportamientos motivados como la socialización o la búsqueda de alimento y seguridad-, lo que suprime las interacciones sociales con ratones familiares.
Este circuito, explican los científicos, contribuye a reducir la preferencia por las relaciones familiares y aumenta la predilección por la novedad social que muestran los ratones adultos. Además, los científicos vieron que cuando los ratones tenían dos semanas de vida, presentaban un aumento en la densidad de las neuronas infralímbicas que liberan CRH, lo que estaba directamente relacionado con un cambio en el desarrollo de la preferencia social de los ratones jóvenes, que pasaban de elegir compañeros familiares a nuevos congéneres.
Mediante una combinación de técnicas electrofisiológicas, quimiogenéticas, optogenéticas, de registro de calcio y de silenciamiento génico, el equipo ha demostrado que esa hormona modula las preferencias de socialización. Según explica Leroy, "nuestro equipo ha observado que, con el uso de hormonas, se pueden modular las preferencias de socialización y favorecer la interacción con individuos nuevos, facilitando así la creación de nuevos vínculos sociales". Esta respuesta es de especial interés para tratar trastornos relacionados con la apatía, la fobia o la ansiedad que algunas personas pueden desarrollar en entornos sociales poco familiares.
El descubrimiento puede ser un paso inicial para el desarrollo de tratamientos basados en esta molécula natural, que se ha empezado a probar en ensayos preclínicos de fase 1, ya que hasta la fecha no se han detectado efectos secundarios y los resultados son prometedores. Supondría una alternativa a los tratamientos vigentes que en el caso del trastorno de ansiedad social o de personalidad evitativa se basan en la terapia conductual sola o combinada con antidepresivos o ansiolíticos, que sólo mejoran los síntomas parcialmente y pueden provocar efectos secundarios adversos.
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