Salud mental

La inesperada terapia para curar la depresión: "Me sumergí en la bañera y desperté con ganas de vivir"

Mitchell Bock llevaba 10 años luchando contra su propia mente cuando descubrió el método Wim Hof. Ya no toma ansiolíticos y está dejando el resto de la medicación

Una mujer se sumerge en el agua
Una mujer se sumerge en el aguaFreepik

Mitchell Bock, tiene 30 años y vive en la ciudad de Caerphilly, en Gales (Reino Unido). Tras 10 años luchando contra un cuadro de depresión severa que le llevó a "intentar lo peor", por fin está empezando a dejar lentamente los antidepresivos. Y ya ha dejado de tomar sus ansiolíticos. Según él, todo ha sido gracias a una técnica que se sale fuera de lo común. Incluso de lo lógico: sumergirse en agua fría; helada. Todo comenzó tras su intento de suicidio, el año pasado.

El Bock se sintió defraudado por la atención recibida por la sanidad inglesa (que se basó en realizar un test "de marcar casillas", en sus palabras) y empezó a buscar tratamientos alternativos con su madre, Melanie Aldridge, de 50 años. Semanas después de su intento de suicidio, Melanie le envió una bañera de hielo diseñada para retener el frío. Él comenzó a usarla enseguida y afirma que empezó a notar los efectos a los pocos días.

"La primera vez que lo hice, recuerdo que me desperté sin la sensación de miedo habitual", afirma. "Fue como acostarse con gripe y despertarse completamente curado". Ahora, intenta darse un baño helado o una ducha fría todos los días, y a veces se pone a nadar en agua helada. El baño más frío que se ha dado fue a cero grados, rodeado de nieve.

El Sr. Bock se siente "tan seguro" de los efectos de la terapia con agua helada que ha dejado de tomar sus ansiolíticos y de asistir a las sesiones regulares de terapia después de una década luchando contra esta enfermedad mental. "Tengo muchísima confianza en cómo me siento", concluye.

El testimonio no deja lugar a dudas pero ¿qué dice la ciencia sobre los baños de agua fría para curar la depresión? La científica danesa Susanna Søberg es una gran defensora de este método, que según ella presenta ciertos beneficios para el cerebro y los pulmones, entre otros.

En su libro Baños en aguas frías, Søberg defiende esta técnica y explica que bañarse con agua fría ya había sido respaldado como beneficioso para la salud en otros estudios anteriores, debido a que activa el sistema inmunológicoy la grasa parda. Los baños helados, dice, "aumentan la sensibilidad a la insulina, reduce la presión arterial y el efecto antiinflamatorio". Además, sugiere que bañarse con agua fría "previene enfermedades" como la diabetes tipo 2, según un estudio realizado en una cohorte finlandesa de bañistas de sauna durante más de 25 años.

Sobre la depresión, afirma que sumergirse durante dos o tres minutos unas tres veces por semana en agua fría aumenta la dopamina, serotonina y noradrenalina hasta 2,5 veces más de los valores normales. Este factor puede contribuir a reducir el riesgo de depresión o ansiedad y a mejorar las reacciones ante el estrés y el pánico.

Hasta el momento, ningún estudio ha demostrado una relación causa-efecto entre el método Wim Hof (una combinación de técnicas de respiración, exposición al frío y prácticas de meditación) o la inmersión en agua fría y una mejora de la salud mental. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que la natación en agua fría puede mejorar el estado de ánimo y el bienestar.

Un estudio de 2021 realizado por investigadores italianos dijo que los baños de mar invernales se asociaron a niveles más bajos de estrés autodeclarado y a un mayor bienestar. Otro realizado en 2020 en el Reino Unido descubrió que 61 personas que siguieron un curso de diez semanas para aprender a nadar en el mar helado experimentaron mayores mejoras en el estado de ánimo y el bienestar que 22 de sus amigos y familiares que los observaron desde la orilla.

Por último, un estudio de caso de 2018, también en el Reino Unido, describe a una mujer de 24 años con depresión y ansiedad que emprendió la natación en aguas frías y, después de cuatro meses, ya no necesitaba medicación. Desde entonces, los investigadores han hecho un seguimiento con un ensayo más amplio, pero los resultados aún no se han publicado.

Aún se necesitan más investigaciones para apoyar la relación entre un chapuzón en agua fría y la reducción de la depresión; quizá en el futuro podría implementarse como una técnica o incluso como una terapia subyacente.

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