
Entrevista
Isabel Carbonell: «Todas las terapias usadas contra el cáncer pueden repercutir en la piel»
Tratar la piel para aliviarla, evitar que sufra o maquillarla correctamente, como enseña Isabel Carbonell farmacéutica y directora de Formación de Laboratorio Pierre Fabre, en sus cursos, es para muchos terapéutico

Más del 90% de los pacientes que conviven con cáncer sufre complicaciones cutáneas derivadas de los tratamientos oncológicos, afectando directamente a su calidad de vida y a la imagen personal. Es por ello que tratar la piel para aliviarla, evitar que sufra o maquillarla correctamente, como enseña Isabel Carbonell en sus cursos, es para muchos terapéutico.
¿De qué forma puede el maquillaje mejorar la vida de estos pacientes?
Sin duda es una herramienta muy valiosa que permite ayudar a restaurar la autoestima y el bienestar emocional durante y después de los tratamientos oncológicos. El maquillaje corrector además de ayudar a disimular algunos efectos secundarios causados por los tratamientos, también contribuye al autocuidado y la recuperación de la imagen personal.
¿Cuál es la petición más frecuente que les hacen quienes acuden al curso?
Las pacientes que acuden a los cursos realizados por los formadores expertos en Dermocosmética de Pierre Fabre Academy demandan habitualmente consejos relacionados con el cuidado de la piel, como el tipo de productos que pueden usar con seguridad con el fin de recuperar la sensación de confort y mejorar la imagen personal, donde el maquillaje para unificar el tono de la piel y para las cejas cobran un importante protagonismo. Estos cursos se dan dentro del movimiento Skin&Cancer, una iniciativa multidisciplinar para tratar, reducir y prevenir estas toxicidades cutáneas.
¿Qué alteraciones sufre la piel a consecuencia de los tratamientos oncológicos?
Todas las terapias empleadas contra el cáncer pueden potencialmente repercutir en la piel, anejos y mucosas. Los efectos secundarios más prevalentes son: sequedad acompañada de prurito, fotosensibilidad, cambios de textura y color de la piel, eritema debido a una posible inflamación, sequedad de las mucosas, debilitamiento y pérdida del cabello y uñas.
¿Qué es lo más indicado en estos casos? ¿Qué activos funcionan mejor?
La prevención es clave para mitigar estos síntomas por lo que es esencial aplicar cuidados básicos antes, durante y después del tratamiento. Una rutina sencilla en sólo tres pasos –higiene, hidratación y fotoprotección– puede mejorar notablemente el estado de la piel. Paso1: usar geles o aceites sin jabón ni perfume, con un pH fisiológico y gran poder relipidizante. Así, respetarán la capa hidrolipídica de la piel. Paso 2: aplica diariamente emolientes que restauren el manto hidrolipídico natural de la piel y que estén exentos de agentes irritantes. Los más indicados contienen principios activos antipruriginosos que pueden ayudar al manejo del picor. Y paso 3: para la protección solar diaria, escoger una fórmula de FPS 50+, resistente al agua y sin perfume. Además de esto, existen cuidados complementarios como cremas reparadoras/protectoras para aliviar irritaciones y reparar la piel dañada, o maquillaje no comedogénico adaptados a las pieles sensibles. Para el cuidado del cuero cabelludo se recomienda un champú equilibrante dermoprotector. En caso de alopecia, loción y complementos alimenticios para fortalecer, revitalizar y acelerar el crecimiento el cabello.
"El maquillaje permite ayudar a restaurar la autoestima y el bienestar emocional"
¿Cuáles son los errores más frecuentes en estos casos?
Están relacionados con el correcto uso y aplicación de productos cosméticos. Los principales son no utilizar protección solar diaria y no dar importancia a los productos de higiene específicos para el cuidado de la piel.
¿Hay algún mito o tabú que quiera derribar en relación a este tipo de abordaje?
Me gustaría romper el tabú de la importancia del cuidado de la piel desde una perspectiva enfocada únicamente a reforzar la autoestima (aspecto muy importante), sino teniendo en cuenta cómo la toxicidad cutánea puede llevar a una menor tolerancia al tratamiento y provocar interrupciones en la terapia.
¿Qué reacciones recuerda en su trabajo?
Me cuesta no emocionarme cuando rememoro los talleres que he realizado, aunque especialmente recuerdo uno con un grupo de adolescentes en el Hospital Niño Jesús en Madrid.
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