Investigación

Logran devolver el olfato a un pequeño grupo de pacientes con covid persistente

Hasta la fecha, todos los tratamientos han fracasado pero esta inyección "funciona", señaló uno de los investigadores


Olfato tras la Covid -19
La pérdida de olfato tras la infección por covid es uno de los síntomas más persistentes DREAMSTIMEDREAMSTIME

La pérdida del olfato y del gusto como consecuencia de la covid es una de las secuelas más duraderas y resistentes a los tratamientos del conjunto de los más de 200 síntomas que se engloban dentro de la de covid persistente. Aproximadamente el 60% de los pacientes han sufrido parosmia y, aunque la mayoría recuperaron el sentido del olfato, en algunos el problema se mantiene durante meses, o incluso años, lo que repercute negativamente en su apetito y su calidad de vida.

Pese a que puede no parecer tan grave como otros de los efectos de haber padecido la infección –como la fatiga crónica, que mantiene de baja al 50% de los que la padecen– la parosmia puede llegar a ser incapacitante si el paciente experimenta olores desagradables con todo tipo de comida y bebidas, y provocar mucha ansiedad en el día a día.

Hasta la fecha no se había descubierto ninguna terapia eficaz para devolver el olfato y el gusto a los afectados. Ahora, un equipo de investigadores del Jefferson Health de Filadelfia (Pensilvania, Estados Unidos), ha conseguido restaurar por primera vez el sentido del olfato a un grupo reducido de personas con covid persistente, mediante un procedimiento «mínimamente invasivo» de 10 minutos guiado por imagen.

Ganglios estrellados

Los científicos reclutaron a 54 pacientes con parosmia postcovid en los que habían fracasado todas las terapias disponibles. Para evaluar un posible tratamiento, el equipo estudió los beneficios de bloquear los ganglios estrellados, nervios situados a ambos lados del cuello que son parte del sistema nervioso autónomo que regula procesos involuntarios como la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, la respiración y la digestión.

Para hacerlo, inyectaron un anestésico con una pequeña dosis de corticosteroide directamente en un lado del cuello de los participantes por medio de una tomografía computerizada (TAC) con el objetivo de estimular su sistema nervioso autónomo regional. «El paciente inicial tuvo un resultado muy positivo, casi de inmediato, con una mejoría continuada hasta el punto de la resolución de los síntomas a las 4 semanas», afirmó el autor principal del estudio, Adam C. Zoga, profesor en el Jefferson Health. Este procedimiento, que no requiere sedación ni analgesia, se ha utilizado con mayor o menor éxito para tratar diversas afecciones, como cefaleas en racimo, dolor de miembro fantasma, angina de pecho y arritmia cardiaca.

«La parosmia se ha descrito anteriormente como un trastorno poco frecuente que se produce tras traumatismos cerebrales, cirugía cerebral, ictus, síndromes víricos y con algunos tumores de cabeza y cuello. No estábamos totalmente seguros de que el procedimiento funcionara en este caso», destacó Zoga. Tras la inyección, se hizo el seguimiento de 37 pacientes (el 65%). De ellos, 22 mejoraron los síntomas en menos de una semana y, de estos 22, 18 informaron de una mejoría progresiva significativa un mes después.

Segunda inyección

A los tres meses, se produjo una mejora media de los síntomas del 49% entre los 22 pacientes, que volvieron para una segunda inyección administrada en el otro lado (contralateral) del cuello, unas seis semanas después. Aunque la segunda no fue eficaz en aquellos que no respondieron a la primera, el 86% de los pacientes que informaron de cierta mejoría tras la primera tuvieron una mejoría adicional tras esta, y no se registraron complicaciones ni efectos adversos. «Hasta la fecha, todos los tratamientos han fracasado pero esta inyección funciona», sentenció Zoga. El nuevo método se presenta esta semana en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA, por sus siglas en inglés).